Nº18: El Rosario con el P. Mariano Blas, L.C.



BOLETIN DEL ROSARIO
Año II - Nº 18
febrero 2007

REFLEXIÓN

El amor más entrañable
No quieras convertir tu vida en un purgatorio, privándote de la compañía del mejor amigo. Él te ama y quiere que lo ames.

Amor con amor se paga: así como es cierto que Dios te ama, también lo es que te pide una respuesta de amor, y no preguntes por qué. Ya san Agustín se hacía esta pregunta: “¿Quién soy yo, Señor, para que me pidas y me exijas que te ame con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con todas mis fuerzas; y que te disgustas muchísimo si no lo hago...?” Ama todo lo que puedas y como mejor sepas, y habrás cumplido.

Las visitas a Jesucristo y a María, realizadas con fe y fervor, infunden no pocos ánimos. En tu ciudad viven, a unos pasos de tu calle; no cuesta trabajo visitarles un minuto, darles los buenos días, pedirles una misericordia para la jornada. Esas pequeñas visitas, esos pequeños momentos, robados a tu abultada agenda, inyectarán vigor a tu alma triste.

Ve a visitarles con más frecuencia, con más amor y menos prisa, que son los amigos de tu alma, los que ponen suavidad y eficacia en tus actividades febriles. Si el arte de vivir es amar y ser amado, ahí tienes dos amigos que siempre te han querido y a los que no has sabido amar, tal vez. Una breve visita, un corto detenerse, un pequeño gesto de cariño, un mirar y ser mirado, un alargar la mano y dar la diaria limosnita de amor.

P. Mariano




GUIÓN DEL REZO DEL ROSARIO
Autor: P. Mariano de Blas, L.C.Fuente: Catholic.net


Oración Inicial


Espíritu Santo:
Tú que hiciste entender a los Apóstoles
que a la Gloria se va por la Cruz,
a la resurrección por la muerte,
y a la felicidad eterna por el dolor,
concédenos que también nosotros
podamos vencer al mundo con nuestra fe en Jesús,
y alcancemos la victoria final.
Amén

MISTERIOS GOZOSOS

I. LA ANUNCIACIÓN DEL ANGEL A MARÍA
María es un alma de aceptación. Dijo sí con unas palabras hermosas que eran su fórmula de consagración: ”He aquí la esclava del Señor...”. En esas palabras había entrega total, confianza plena, amor muy hondo. María demostró que una vida entregada a Dios por amor, es una vida hermosísima, muy valiosa, muy rica, digna de imitarse. Tú eres uno de esos imitadores.Tienes que seguir demostrándote a ti y al mundo que tu vida dedicada a Dios y a los hombres es muy hermosa, valiosísima, riquísima, digna de vivirse e imitarse.

II LA VISITA DE MARÍA SANTÍSIMA A SU PRIMA SANTA ISABEL
Si servir hace felices, María fue la mujer más feliz, porque fue la mejor servidora. El método ha funcionado siempre; igual que el del egoísmo, que jamás ha funcionado ni funcionará. El de servir al prójimo crea hombres y mujeres felices. Se sirve rezando por los infelices; se sirve sufriendo por los pecadores; se sirve dedicando tiempo al apostolado; se sirve dando algo mío, y se sirve, sobre todo, dándose a sí mismo con amor al prójimo.

III EL NACIMIENTO DE JESÚS EN BELÉN
María presentó a Jesús a los pastores; a cada uno le dijo: Aquí tienes a mi hijo, es todo tuyo”. Y cada uno de nosotros nos lo ha presentado de igual forma: ahí tienes a Jesús, es todo tuyo para siempre. Y ¿qué hago yo con Jesús? ¿Qué han hecho otros? Conocerlo hasta el éxtasis; amarlo con todo el corazón, toda el alma, toda la mente y todas las fuerzas. Predicarlo a todos; darlo a conocer a todos. El apostolado consiste sencillamente en dar a Jesús al hermano, para que alcance la felicidad sin fin.

IV LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO
En aquel templo se habían ofrecido muchos animales, en particular abundantes corderos. Muy poco valían. Aquel día una joven madre ofrecía un par de tórtolas con una mano, y con la otra y con el corazón ofrecía la ofrenda mejor salida de sus purísimas entrañas: al Hijo de Dios envuelto en la carne del hijo del hombre. El templo se había hecho para esta ofrenda única. María te ofrece al Hijo de Dios ¡Gracias, María!

V JESÚS PERDIDO Y ENCONTRADO EN EL TEMPLO
¡Qué prueba tan dolorosa! Perdido y hallado. Prepárate, Madre, para la hora del Calvario. Aquí lo perdiste por tres días terribles; pero lo recuperaste entero. Allí, te lo matarán a mordiscos todos los pecados de los hombres, como rabiosos lobos. Perdido y hallado. Tu corazón sangraba con el desgarrón de la separación. Enséñanos, María a prepararnos a las separaciones y a aceptar sin preguntar, hasta que Dios quiera ofrecernos su respuesta.


MISTERIOS LUMINOSOS

I EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL RÍO JORDÁN.
Dios puesto en la fila de pecadores: había ladrones, asesinos, adúlteras, fariseos, soldados... Jesús metiendo los pies en la charca del pecado. Él, el tres veces Santo. Besó el suelo podrido de las almas, y no sintió náusea. Sabía que podía limpiar todas las almas, todos los basureros, todas las cloacas. Cada santo, es un pecador reconstruido como santo sobre sus propias ruinas. Tal vez a nosotros no nos habría impresionado ver a Jesucristo bautizado en el Jordán; a ti, María, debió impresionarte muchísimo, porque tú sabías, como nadie, que Él era Dios.

II LA AUTORREVELACIÓN DE JESÚS EN LAS BODAS DE CANÁ.
Cuántas veces nuestra triste vida se nutre de vinagre, de vino de poca calidad, o tiene que conformarse con simple agua. María puede pedir a Jesús que convierta esa pobre agua, en dulce vino que nos dé gusto y fuerzas para el camino de la vida. “Haced lo que Él os diga”. Siempre nos guía a Él, nos invita a obedecerle, a seguirle, a imitarle. María nunca se cree ni se nombra Maestra, sino discípula; la mejor de todas. Es que conoce como nadie la religión del amor y la ha vivido mejor que ningún cristiano. Ella nos dice:”Hagan lo que Él les diga”. Él nos dice: “Hagan lo que Ella les diga”

III EL ANUNCIO DEL REINO INVITANDO A LA CONVERSIÓN.
Conversión es cambio, nueva vida, hombres y mujeres nuevas. El Reino de Dios está cerca. El reino del Diablo se acabó. De ahí el cerrar la puerta al pasado y abrirla a la nueva vida; dejar la enemistad con Dios, y dar la espalda al pecado en todas sus formas. La nueva religión exige un rompimiento fuerte con la vida anterior. El que no nace de nuevo no puede ser cristiano, como afirmaba Jesús a Nicodemo. El hombre debe arrancarse el corazón de piedra y cambiarlo por un corazón cristiano, es decir, semejante al de Jesús y al de María. Muchos cristianos aman el barniz, la fachada, las formas externas. Son la nueva generación de los fariseos. Hay que cambiar por dentro, con el dolor y la alegría que supone ser un hombre y una mujer nueva.

IV LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS
Les hizo ver el cielo por un rato. Querían quedarse allí para siempre, pero no era aún el momento. En el cielo querremos quedarnos para siempre, y será verdad, y será posible. Los condenados querrán ir al cielo por un rato al menos, y no irán ni siquiera por un rato. ¡Qué mal se está allí! Pero allí se quedarán eternamente, en el lugar donde no se ama y donde la infelicidad ha puesto su morada eterna. Todos los santos han tenido una experiencia semejante a la del Tabor, es decir, han gustado anticipadamente el cielo. Y todos han dicho lo mismo: .¡Qué bien se está en el cielo! San Ignacio de Loyola escribía “¡Qué miserable me parece la tierra cuando contemplo el cielo!”

V LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA.
La persona que más te quiere, descúbrela en la Eucaristía. Ahí hallarás la Víctima que constantemente se ofrece por ti, en tu lugar, que paga amorosamente por tus culpas y pecados. El cuchillo, que no quiso Dios que Abraham clavara en el cuello de su hijo Isaac, permitió que se clavara en las manos, en los pies y el corazón de su propio Hijo. Por amor a nosotros. La deuda enorme que nosotros ni siquiera sospechamos cuán tremenda es, la pagó Jesús completamente en el Calvario, y la siguen pagando en la Eucaristía. Ahí encontrarás el Pan de la Vida que sacia el hambre del alma, y el Agua Viva que sacia la sed de eternidad y de amor.

MISTERIOS DOLOROSOS

I LA ORACIÓN EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ
Los apóstoles dormían en la hora más triste de Jesús en esta tierra. Sólo un apóstol velaba: el traidor. Otra alma estaría en vela, orando con lágrimas profundas en su rostro: María. Ella seguramente tampoco podría dormir. Sabía, por intuición maternal y sobrenatural que su Hijo cruzaba la hora más triste y amarga. En el océano de dolor y abandono en que navegaba, la espada entró hasta la empuñadura en su corazón. Y en su corazón de Madre de la Iglesia recogió la sangre de su Hijo y la transfundió a los futuros mártires.

II LA FLAGELACIÓN
La flagelación sola hubiera matado a Jesús. Muchos hombres caían exánimes en un charco de sangre. Jesús resistió, porque aún le quedaba amor y capacidad de sufrimiento para los pecadores más empedernidos. Con los primeros cien azotes fueron derritiéndose la mayoría de los pecados. Pero fue necesario llegar a ciento veinte, contados en la Sábana Santa, para ablandar a los de piedra. ¿A qué azote llegaron mis pecados? ¿Al ciento veinte? Ante la flagelación, como ante la cruz, no se puede seguir adelante: quiero caer muerto de dolor y arrepentimiento y resucitar un santo a la vista de Jesús flagelado por mí.

III LA CORONACIÓN DE ESPINAS
Si sólo le hubieran coronado de espinas, excluyendo los demás tormentos, hubiera sido terrible, dolorosísimo; pero juntaron herida sobre herida, dolor sobre dolor, hasta convertir todo su cuerpo en una herida en carne viva. Las espinas llevaban en su punta cruel un veneno: la humillación, la burla infinita contra el tres veces Santo. Se rieron, se burlaron, le pegaron, le escupieron. Pero la corona de espinas es gloriosa. Sus espinas terribles significan tanto amor, tanto perdón y tan gran misericordia, que son benditas. Los azotes, las espinas, las humillaciones gritan el amor de Dios a cada uno de los hombres. Líbreme Dios de gloriarme en nada, si no es en la corona de espinas, en los azotes, los clavos y la cruz de Jesús, por los cuales he sido salvado del eterno dolor.

IV LA VÍA DE LA CRUZ
La cruz le aplasta; el pecado de toda la Humanidad le doblega. Jesús cae, pero siempre se levanta. Así nos enseña qué hacer cuando caemos: levantarnos siempre y volver a empezar; seguir nuestro camino. El perdón llega fresco, directo, eficaz, al pecador, cada vez que se arrodilla en el confesionario. Perdónanos, Padre, aunque a veces sí sabemos lo que hacemos.

V LA MUERTE DE JESÚS
Durante la agonía Jesús hizo su maravilloso testamento. María había sido hasta ese momento la fiel Eva que le acompañó siempre: a Belén, a Egipto, al Calvario. Era su Madre, su joya, su fortaleza. Pero ahora se le ocurre –divina ocurrencia- regalárnosla a nosotros. Y María, acostumbrada a la obediencia total, dijo nuevamente a Jesús: “Sí, he aquí la esclava del Señor, he aquí la Madre de los hombres”. Y dijo sí a cada uno de sus hijos. Me dijo a mí: “Acepto ser Madre tuya por siempre”. De Madre del Primogénito a madre de millones. La herencia recibida de María enriquece inmensamente al más pobre ser humano, pues puede decir con verdad: “¡Madre mía!”

MISTERIOS GLORIOSOS

I LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR
¿Es posible en tan corto espacio de tiempo pasar del abismo de dolor al abismo de gozo? Jesús se aparecía de vez en cuando a sus apóstoles y amigos iluminándolos como un relámpago en la noche; pero luego les dejaba el vacío de su ausencia. María era una luz de día y de noche: a todas horas disponible, para responder a todas las preguntas, para iluminar las conciencias, para fortalecerles en la futura vida apostólica. La presencia y solicitud de María fue algo único, irrepetible en la vida de los apóstoles, y desde entonces ejerce su oportuna maternidad sobre estos hijos suyos

II LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO
El cielo es tuyo ¿Subes o te quedas? La Ascensión clava nuestra esperanza en nuestra propia felicidad eterna. Es un subir, un superarse de continuo, un no resignarse al muladar. Querer ser otro, distinto, mejor en lo humano, mejor en lo intelectual y en lo espiritual. La ascensión nuestra al cielo será el último peldaño de la escalera; será la etapa final y feliz, sin retorno ni vuelta atrás. Debemos pensar en ella, soñar con ella y poner todos los medios para obtenerla. Todo será muy poco para conquistarla. Después del cielo sólo sigue el cielo. Después del Paraíso ya no hay nada que anhelar o esperar. Todos nuestros anhelos más profundos y entrañables, estarán, por fin, definitivamente cumplidos

III LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
Que se repita el milagro de Pentecostés en la Iglesia, en cada uno de nosotros, en mí. Aunque no sepa ver la llama de fuego, que me abrase todo. Aunque no haya terremoto externo, que vibre por dentro y me vuelva loco de amor por Él y por Ti. No te pido más, Madre, pero no te pido menos.

IV LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO
El cuerpo en el que Dios habitó, está eternizado en el cielo, incorrupto, feliz, como estará un día el nuestro. María, nuestra Madre, es inmensamente feliz en el cielo. Nosotros, sus hijos, nos congratulamos infinitamente por su felicidad. Ella, como buena Madre, no quiere gozar sola; nos quiere ver a nosotros felices con Ella, eternamente gozosos con Ella y con Jesús en el cielo. El único anhelo todavía no cumplido de María es lograr nuestra felicidad eterna. Su oración para lograrla es diaria, muy intensa, hasta conseguirlo. Oh María, Puerta del Cielo, no permitas que tu hijo pródigo prefiera comer las bellotas y apacentar los puercos, cuando ha sido llamado al amor eterno y a la felicidad suprema en el cielo junto con Dios y junto a Ti.

V LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO REINA DE TODO LO CREADO
Madre amorosísima: cuando dijiste Sí a Dios, escribiste nuestos nombres en la lista de los redimidos. El cielo es tu sitio, Virgen María. Y el cielo es también el sitio para tus hijos. No permitas que los hijos de una Madre que vivió y murió de amor, vivan y mueran de hastío. Llévanos al cielo. Haznos vivir en la tierra como quienes están de paso hacia la felicidad eterna. Que dejemos pasar lo pasajero y nos aferremos a lo eterno.

CONCLUSIÓN

Oración final

Te rogamos, Señor,
nos concedas gozar de constante salud de alma y cuerpo.
Y por la intercesión gloriosa de Santa María, la Virgen,
líbranos de las penas de esta vida,
y haz que alcancemos las alegrías sin fin.
Amén.



No hay comentarios: