Año I - Nº 7
marzo 2006
Jesús lava nuestras heridas
(Mosaico de Mirko Rupnik,sj.)
REFLEXION
Meditación para el tiempo de Cuaresma:
La misericordia y la beneficencia son amigas de Dios
San Gregorio de Nisa (s. IV)
Cada palabra de la Sagrada Escritura nos invita a la imitación del Señor que nos ha creado por su beneficencia. Sin embargo, lo miramos todo bajo nuestra propia utilidad, lo medimos todo según nuestros gustos. Nos apropiamos de algunos bienes para nuestra propia vida y reservamos otros para nuestros herederos. Y no nos planteamos el problema de las gentes que están en la miseria. Y no nos preocupamos lo más mínimo de los pobres ¡Oh, corazones sin misericordia!
Ve un hombre a su prójimo que no tiene pan ni medios para procurarse el alimento indispensable y en vez de apresurarse a ofrecerle ayuda para rescatarlo de la miseria, lo observa como quien observa una planta verde que se está marchitando lastimosamente por alta de agua.
Y sin embrago, ese hombre abunda en riquezas y podría ayudar a muchos con sus bienes. Lo mismo que el caudal de una sola fuente puede regar una vasta extensión de terreno, así la abundancia de un solo hogar puede librar de la miseria a un gran número de pobres, si no lo impiden la tacañería y la avaricia del hombre, como acontece con una roca que cae en el arroyo y desvía la corriente.
No vivamos únicamente según la carne: vivamos según Dios. La misericordia y la beneficencia son las amigas de Dios. Si se establecen en el corazón del hombre, lo divinizan y lo modelan a semejanza del soberano Bien, para que sea imagen de la esencia primera y simplísima que supera todo conocimiento.
Sed, pues, moderados en el uso de los bienes de esta vida. No os pertenece todo; al menos una parte de estos bienes debe quedar para los pobres, que son amados especialmente por Dios. Pues todo viene de Dios, que es Padre común de todos, y todos nosotros somos hermanos de raza. Lo ideal sería que los hermanos disfrutasen de una parte igual de la herencia. Pero si algunos se apropian la mayor parte de la herencia, que al menos los demás tengan también una parte. Y si alguno pretende poseer la herencia toda entera con exclusión de sus numerosos hermanos, éste es un tirano despiadado, un hombre sin corazón, un ser insaciable.
Usad, pues, de los bienes de la tierra, pero no abuséis de ellos.
GUION DEL REZO DEL ROSARIO
Cada palabra de la Sagrada Escritura nos invita a la imitación del Señor que nos ha creado por su beneficencia. Sin embargo, lo miramos todo bajo nuestra propia utilidad, lo medimos todo según nuestros gustos. Nos apropiamos de algunos bienes para nuestra propia vida y reservamos otros para nuestros herederos. Y no nos planteamos el problema de las gentes que están en la miseria. Y no nos preocupamos lo más mínimo de los pobres ¡Oh, corazones sin misericordia!
Ve un hombre a su prójimo que no tiene pan ni medios para procurarse el alimento indispensable y en vez de apresurarse a ofrecerle ayuda para rescatarlo de la miseria, lo observa como quien observa una planta verde que se está marchitando lastimosamente por alta de agua.
Y sin embrago, ese hombre abunda en riquezas y podría ayudar a muchos con sus bienes. Lo mismo que el caudal de una sola fuente puede regar una vasta extensión de terreno, así la abundancia de un solo hogar puede librar de la miseria a un gran número de pobres, si no lo impiden la tacañería y la avaricia del hombre, como acontece con una roca que cae en el arroyo y desvía la corriente.
No vivamos únicamente según la carne: vivamos según Dios. La misericordia y la beneficencia son las amigas de Dios. Si se establecen en el corazón del hombre, lo divinizan y lo modelan a semejanza del soberano Bien, para que sea imagen de la esencia primera y simplísima que supera todo conocimiento.
Sed, pues, moderados en el uso de los bienes de esta vida. No os pertenece todo; al menos una parte de estos bienes debe quedar para los pobres, que son amados especialmente por Dios. Pues todo viene de Dios, que es Padre común de todos, y todos nosotros somos hermanos de raza. Lo ideal sería que los hermanos disfrutasen de una parte igual de la herencia. Pero si algunos se apropian la mayor parte de la herencia, que al menos los demás tengan también una parte. Y si alguno pretende poseer la herencia toda entera con exclusión de sus numerosos hermanos, éste es un tirano despiadado, un hombre sin corazón, un ser insaciable.
Usad, pues, de los bienes de la tierra, pero no abuséis de ellos.
GUION DEL REZO DEL ROSARIO
(Fuente: Aciprensa)
Oración inicial
Oración de San Agustín al Espíritu Santo
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de sabiduría:
dame mirada y oído interior
para que no me apegue a las cosas materiales,
sino que busque siempre las realidades del Espíritu.
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de amor:
haz que mi corazón
siempre sea capaz de más caridad.
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de verdad:
concédeme llegar al conocimiento de la verdad
en toda su plenitud.
Ven a mí, Espíritu Santo, agua viva que lanza a la vida eterna:
concédeme la gracia
de llegar a contemplar el rostro del Padre
en la vida y en la alegría sin fin.
Amén
MISTERIOS GOZOSOS:
I. LA ANUNCIACIÓN DEL ANGEL A MARÍA
Oh Dios, autor de la salvación, que enviaste a tu ángel Gabriel a Santa María para hacerla Madre del Redentor; aviva en nuestra mente la firme convicción de ser tus hijos y de querer vivir siempre en comunión con el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor.
Oración inicial
Oración de San Agustín al Espíritu Santo
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de sabiduría:
dame mirada y oído interior
para que no me apegue a las cosas materiales,
sino que busque siempre las realidades del Espíritu.
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de amor:
haz que mi corazón
siempre sea capaz de más caridad.
Ven a mí, Espíritu Santo, Espíritu de verdad:
concédeme llegar al conocimiento de la verdad
en toda su plenitud.
Ven a mí, Espíritu Santo, agua viva que lanza a la vida eterna:
concédeme la gracia
de llegar a contemplar el rostro del Padre
en la vida y en la alegría sin fin.
Amén
MISTERIOS GOZOSOS:
I. LA ANUNCIACIÓN DEL ANGEL A MARÍA
Oh Dios, autor de la salvación, que enviaste a tu ángel Gabriel a Santa María para hacerla Madre del Redentor; aviva en nuestra mente la firme convicción de ser tus hijos y de querer vivir siempre en comunión con el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por la paz del mundo: Para que los gobernantes de las naciones, responsables de promover el bien común y la concordia entre las naciones, establezcan entre los pueblos relaciones de justicia, de reconciliación y de paz.
II LA VISITA DE MARÍA SANTÍSIMA A SU PRIMA SANTA ISABEL
Oh Señor, sabiduría y fuerza de los profetas, que inspiraste a la Madre del Verbo Encarnado visitar a su distante y anciana prima, para que tu Hijo, que ella llevaba en su seno, santificase a Juan, el más grande profeta; concédenos obtener las gracias y las virtudes por la presencia operante de la Madre de la Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por nuestro Arzobispo, y por todos los sacerdotes de nuestra Arquidiócesis: Para que vivan su sacerdocio como servicio incansable y donación sin límites a Cristo y a la Iglesia.
.
III EL NACIMIENTO DE JESÚS EN BELÉN
Oh Señor del cielo y de la tierra, que te complaciste en poner en movimiento a las estrellas del cielo y encaminar a los humildes y doctos hacia la fría cueva en donde María dio a luz a tu Hijo divino; concédenos unirnos en la humildad y el amor a la vida del Verbo encarnado. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por todas nuestras familias: Para que por medio del rezo constante del santo rosario, nuestros hogares vivan cimentados en el amor y en la paz de Cristo.
IV LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO
Oh Dios, libertador del pueblo elegido, que acogiste en el templo a tu Hijo divino con su Madre Virgen; concédenos por intercesión de la misma Madre de Dios ser presentados a ti en el Paraíso. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por los enfermos: Para que el Señor Jesús y nuestra Madre Santa María, Salud de los enfermos, los visiten con su amor misericordioso y les den la salud deseada.
V JESÚS PERDIDO Y ENCONTRADO EN EL TEMPLO
Oh Padre del cielo, que consentiste que tu Hijo divino se entretuviera contigo, entre los doctores del templo, no obstante las grandes angustias de sus padres por el temor de haberlo perdido; haznos perseverantes en la oración para conseguir los frutos de la redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por los Cofrades del Rosario: Para que Santa María nos eduque a contemplar el rostro de Jesús, su Hijo y así nuestra mirada no se aparte jamás de Él.
MISTERIOS LUMINOSOS
I EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL RÍO JORDÁN.
Señor, Dios nuestro, cuyo Hijo se manifestó en la realidad de nuestra carne; concédenos poder transformarnos interiormente a imagen de aquel que hemos conocido semejante a nosotros en su humanidad. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por los jóvenes: Para que siguiendo el ejemplo de entrega generosa de Santa María, tengan el valor de seguir el llamado del Señor en sus vidas y den todas sus energías para construir un orden social más justo y reconciliado donde se viva sin temor el espíritu de las Bienaventuranzas del Reino.
II LA AUTORREVELACIÓN DE JESÚS EN LAS BODAS DE CANÁ.
Señor, Padre Santo, que, por admirable designio, quisiste que la Virgen santa interviniese en los misterios de nuestra salvación; concédenos te rogamos, que dóciles a las palabras de la misma Madre de Cristo, hagamos todo lo que tu Hijo enseñó y ordenó en su Evangelio. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Ofrecemos este misterio por las familias cristianas: Para que como verdaderas iglesias domésticas, sean auténticos santuarios donde se viva la fe, la esperanza y la caridad; donde florezca la fidelidad, la obediencia filial, y el amor mutuo; donde se defienda y promueva la vida.
III EL ANUNCIO DEL REINO INVITANDO A LA CONVERSIÓN.
Señor Dios nuestro, que, en la Bienaventurada Virgen María, nos diste el modelo del discípulo que fielmente guarda las palabras de vida; te rogamos que abras nuestros corazones para escuchar las palabras de la salvación, y así, por el poder del Espíritu Santo, resuenen a diario en nosotros y produzcan abundantes frutos de conversión y santidad. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por nuestra Patria: Para que Nuestra Señora de la Evangelización, Madre y protectora de nuestro pueblo, al que ha acompañado a través de su historia como su Maestra en la fe, interceda por nosotros y nos ayude a construir en nuestra patria, la ansiada civilización del amor.
IV LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS
Oh Dios, que en la Transfiguración de tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas, y prefiguraste maravillosamente nuestra perfecta adopción como hijos tuyos; concédenos, te rogamos que, escuchando siempre la palabra de tu Hijo, el predilecto, seamos un día coherederos de su gloria. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por los consagrados y consagradas: Para que viviendo su consagración religiosa, por la fiel observancia de sus reglas y constituciones, vivan con firmeza y constancia la caridad perfecta para con Dios, para con la Iglesia y para con el prójimo.
V LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Oh, Dios, que en la Santa Eucaristía nos dejaste el memorial de tu pasión; te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Ofrecemos este misterio por los sacerdotes y las vocaciones al sacerdocio: Para que la vida de los sacerdotes sea una vida santa y para que en nuestra Arquidiócesis siempre hayan corazones jóvenes que estén dispuestos a seguir el llamado del Señor en el servicio sacerdotal.
MISTERIOS DOLOROSOS
I LA ORACIÓN EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ
Oh Dios, omnipotente y misericordioso, que en el huerto de los Olivos abandonaste a tu Hijo a una amarguísima agonía para expiación de los pecados de los hombres; convierte a ti, suma bondad, nuestras frágiles voluntades para que detestando el pecado, nos convirtamos a la santidad y a la justicia. Por Jesucristo nuestro Señor.
II LA VISITA DE MARÍA SANTÍSIMA A SU PRIMA SANTA ISABEL
Oh Señor, sabiduría y fuerza de los profetas, que inspiraste a la Madre del Verbo Encarnado visitar a su distante y anciana prima, para que tu Hijo, que ella llevaba en su seno, santificase a Juan, el más grande profeta; concédenos obtener las gracias y las virtudes por la presencia operante de la Madre de la Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por nuestro Arzobispo, y por todos los sacerdotes de nuestra Arquidiócesis: Para que vivan su sacerdocio como servicio incansable y donación sin límites a Cristo y a la Iglesia.
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III EL NACIMIENTO DE JESÚS EN BELÉN
Oh Señor del cielo y de la tierra, que te complaciste en poner en movimiento a las estrellas del cielo y encaminar a los humildes y doctos hacia la fría cueva en donde María dio a luz a tu Hijo divino; concédenos unirnos en la humildad y el amor a la vida del Verbo encarnado. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por todas nuestras familias: Para que por medio del rezo constante del santo rosario, nuestros hogares vivan cimentados en el amor y en la paz de Cristo.
IV LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO
Oh Dios, libertador del pueblo elegido, que acogiste en el templo a tu Hijo divino con su Madre Virgen; concédenos por intercesión de la misma Madre de Dios ser presentados a ti en el Paraíso. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por los enfermos: Para que el Señor Jesús y nuestra Madre Santa María, Salud de los enfermos, los visiten con su amor misericordioso y les den la salud deseada.
V JESÚS PERDIDO Y ENCONTRADO EN EL TEMPLO
Oh Padre del cielo, que consentiste que tu Hijo divino se entretuviera contigo, entre los doctores del templo, no obstante las grandes angustias de sus padres por el temor de haberlo perdido; haznos perseverantes en la oración para conseguir los frutos de la redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por los Cofrades del Rosario: Para que Santa María nos eduque a contemplar el rostro de Jesús, su Hijo y así nuestra mirada no se aparte jamás de Él.
MISTERIOS LUMINOSOS
I EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL RÍO JORDÁN.
Señor, Dios nuestro, cuyo Hijo se manifestó en la realidad de nuestra carne; concédenos poder transformarnos interiormente a imagen de aquel que hemos conocido semejante a nosotros en su humanidad. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por los jóvenes: Para que siguiendo el ejemplo de entrega generosa de Santa María, tengan el valor de seguir el llamado del Señor en sus vidas y den todas sus energías para construir un orden social más justo y reconciliado donde se viva sin temor el espíritu de las Bienaventuranzas del Reino.
II LA AUTORREVELACIÓN DE JESÚS EN LAS BODAS DE CANÁ.
Señor, Padre Santo, que, por admirable designio, quisiste que la Virgen santa interviniese en los misterios de nuestra salvación; concédenos te rogamos, que dóciles a las palabras de la misma Madre de Cristo, hagamos todo lo que tu Hijo enseñó y ordenó en su Evangelio. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Ofrecemos este misterio por las familias cristianas: Para que como verdaderas iglesias domésticas, sean auténticos santuarios donde se viva la fe, la esperanza y la caridad; donde florezca la fidelidad, la obediencia filial, y el amor mutuo; donde se defienda y promueva la vida.
III EL ANUNCIO DEL REINO INVITANDO A LA CONVERSIÓN.
Señor Dios nuestro, que, en la Bienaventurada Virgen María, nos diste el modelo del discípulo que fielmente guarda las palabras de vida; te rogamos que abras nuestros corazones para escuchar las palabras de la salvación, y así, por el poder del Espíritu Santo, resuenen a diario en nosotros y produzcan abundantes frutos de conversión y santidad. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por nuestra Patria: Para que Nuestra Señora de la Evangelización, Madre y protectora de nuestro pueblo, al que ha acompañado a través de su historia como su Maestra en la fe, interceda por nosotros y nos ayude a construir en nuestra patria, la ansiada civilización del amor.
IV LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS
Oh Dios, que en la Transfiguración de tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas, y prefiguraste maravillosamente nuestra perfecta adopción como hijos tuyos; concédenos, te rogamos que, escuchando siempre la palabra de tu Hijo, el predilecto, seamos un día coherederos de su gloria. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por los consagrados y consagradas: Para que viviendo su consagración religiosa, por la fiel observancia de sus reglas y constituciones, vivan con firmeza y constancia la caridad perfecta para con Dios, para con la Iglesia y para con el prójimo.
V LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Oh, Dios, que en la Santa Eucaristía nos dejaste el memorial de tu pasión; te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Ofrecemos este misterio por los sacerdotes y las vocaciones al sacerdocio: Para que la vida de los sacerdotes sea una vida santa y para que en nuestra Arquidiócesis siempre hayan corazones jóvenes que estén dispuestos a seguir el llamado del Señor en el servicio sacerdotal.
MISTERIOS DOLOROSOS
I LA ORACIÓN EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ
Oh Dios, omnipotente y misericordioso, que en el huerto de los Olivos abandonaste a tu Hijo a una amarguísima agonía para expiación de los pecados de los hombres; convierte a ti, suma bondad, nuestras frágiles voluntades para que detestando el pecado, nos convirtamos a la santidad y a la justicia. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por los pobres y por todos los que sufren: Para que el Señor los auxilie en sus necesidades, aprendan a descubrir la dimensión reconciliadora del dolor y encuentren en todos los miembros de la Iglesia un testimonio de amor solidario.
II LA FLAGELACIÓN
Dios de infinita bondad y de eterna justicia, que toleraste la pena dolorosa de la flagelación de tu divino Hijo para que su sangre lavase las miserias de los hombres; imprime en nosotros sentimientos de vivo dolor por nuestros pecados y confirma el sincero propósito de repararlo generosa y sinceramente. Por Jesucristo nuestro Señor.
II LA FLAGELACIÓN
Dios de infinita bondad y de eterna justicia, que toleraste la pena dolorosa de la flagelación de tu divino Hijo para que su sangre lavase las miserias de los hombres; imprime en nosotros sentimientos de vivo dolor por nuestros pecados y confirma el sincero propósito de repararlo generosa y sinceramente. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por el Santo Padre, el Papa Benedicto XVI: Para que el Señor que lo ha elegido como sucesor de San Pedro, lo cuide y ayude en todo momento, a fin de que sea para la Iglesia principio y fundamento visible de la unidad de la fe y de la comunión en la caridad.
III LA CORONACIÓN DE ESPINAS
Sabiduría eterna de Dios, que no ahorraste a tu divino Hijo, nuestro Salvador, el tormento de la corona de espinas para que expiase especialmente los pecados de impureza y de orgullo del hombre; sálvanos de las tinieblas del mal. Por Jesucristo nuestro Señor.
III LA CORONACIÓN DE ESPINAS
Sabiduría eterna de Dios, que no ahorraste a tu divino Hijo, nuestro Salvador, el tormento de la corona de espinas para que expiase especialmente los pecados de impureza y de orgullo del hombre; sálvanos de las tinieblas del mal. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por las familias:
Para que las relación de los padres con sus hijos y de los esposos entre sí estén vivificadas por el amor, la comunicación y el respeto.
IV LA VÍA DE LA CRUZ
Oh Dios, que manifestaste tu amor en la admirable redención del hombre y que de la penosa subida al Calvario de tu divino Hijo sacaste plena satisfacción por las culpas de la humanidad entera; convierte a los pecadores al verdadero camino, para que vuelvan a recorrerlo, aceptando de buen grado el peso de la cruz y las humillaciones debidas por sus pecados. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por todos los pueblos de la tierra: Para que iluminados por la sabiduría del Espíritu, reconozcan al Señor Jesús como el Hijo amado que el Padre ha enviado para salvación de todos.
V LA MUERTE DE JESÚS
Imploramos, Oh Señor, tu misericordia infinita, por la muerte en la cruz de tu amado Hijo, obediencia suprema a tu designio divino; para que sea dignamente honrada tu justicia y los hombres puedan entrar a gozar de tu presencia en la casa paterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por el aumento de nuestro amor filial a Santa María: Para que amándola como el Señor Jesús la ama, María nos configure más plenamente con su divino Hijo.
MISTERIOS GLORIOSOS
I LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR
Padre de inmensa gloria, por la fe viva y operante en la resurrección de tu divino Hijo, haznos vencedores del mal y del infierno. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por la Paz del mundo: Para que los gobernantes de las naciones forjen una paz con justicia y con perdón, para que de esta manera cesen los odios, los deseos de venganza y el ansia de la destrucción.
II LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO
Dios, omnipotente y eterno, que glorificaste la humanidad gloriosa de tu divino Hijo con la triunfante ascensión al cielo; mantén despierta en nosotros la esperanza de las realidades espirituales y haznos partícipes en la tierra de los sentimientos del corazón materno de Santa María. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por el Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, por su santidad de vida, salud e intenciones: Para que el Señor Jesús lo sostenga en todo momento con su amor.
III LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
¡Oh Padre!, que en unión de tu divino Hijo enviaste al Espíritu Santo a Santa María, la madre de Jesús, y a los apóstoles, reunidos con ella en el cenáculo; une a toda la humanidad en Cristo, nuestro Redentor, que vive y reina por los siglos de los siglos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por las familias cristianas: Para que sean testigos del Evangelio y fomenten la vocación cristiana de sus hijos.
IV LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO
Oh Dios, felicidad eterna de los bienaventurados, que con la asunción al cielo en cuerpo y espíritu de la Madre de tu Hijo divino manifestaste el triunfo de la reconciliación del hombre; por la intercesión de la misma Virgen María, haznos santos, como tú nos quieres. Por Jesucristo nuestro Señor.
Para que las relación de los padres con sus hijos y de los esposos entre sí estén vivificadas por el amor, la comunicación y el respeto.
IV LA VÍA DE LA CRUZ
Oh Dios, que manifestaste tu amor en la admirable redención del hombre y que de la penosa subida al Calvario de tu divino Hijo sacaste plena satisfacción por las culpas de la humanidad entera; convierte a los pecadores al verdadero camino, para que vuelvan a recorrerlo, aceptando de buen grado el peso de la cruz y las humillaciones debidas por sus pecados. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por todos los pueblos de la tierra: Para que iluminados por la sabiduría del Espíritu, reconozcan al Señor Jesús como el Hijo amado que el Padre ha enviado para salvación de todos.
V LA MUERTE DE JESÚS
Imploramos, Oh Señor, tu misericordia infinita, por la muerte en la cruz de tu amado Hijo, obediencia suprema a tu designio divino; para que sea dignamente honrada tu justicia y los hombres puedan entrar a gozar de tu presencia en la casa paterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por el aumento de nuestro amor filial a Santa María: Para que amándola como el Señor Jesús la ama, María nos configure más plenamente con su divino Hijo.
MISTERIOS GLORIOSOS
I LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR
Padre de inmensa gloria, por la fe viva y operante en la resurrección de tu divino Hijo, haznos vencedores del mal y del infierno. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por la Paz del mundo: Para que los gobernantes de las naciones forjen una paz con justicia y con perdón, para que de esta manera cesen los odios, los deseos de venganza y el ansia de la destrucción.
II LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO
Dios, omnipotente y eterno, que glorificaste la humanidad gloriosa de tu divino Hijo con la triunfante ascensión al cielo; mantén despierta en nosotros la esperanza de las realidades espirituales y haznos partícipes en la tierra de los sentimientos del corazón materno de Santa María. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por el Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, por su santidad de vida, salud e intenciones: Para que el Señor Jesús lo sostenga en todo momento con su amor.
III LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
¡Oh Padre!, que en unión de tu divino Hijo enviaste al Espíritu Santo a Santa María, la madre de Jesús, y a los apóstoles, reunidos con ella en el cenáculo; une a toda la humanidad en Cristo, nuestro Redentor, que vive y reina por los siglos de los siglos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por las familias cristianas: Para que sean testigos del Evangelio y fomenten la vocación cristiana de sus hijos.
IV LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO
Oh Dios, felicidad eterna de los bienaventurados, que con la asunción al cielo en cuerpo y espíritu de la Madre de tu Hijo divino manifestaste el triunfo de la reconciliación del hombre; por la intercesión de la misma Virgen María, haznos santos, como tú nos quieres. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por las vocaciones al sacerdocio : Para que el Señor nos conceda, muchas y buenas vocaciones, a fin de que la grey cristiana, guiada por santos y sabios sacerdotes, pueda llegar segura a los pastos abundantes de la eterna felicidad.
V LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO REINA DE TODO LO CREADO
Oh Trinidad gloriosa y eterna, fin último de la persona humana y de todo el universo creado, que revelas tu gloria de manera singular en la exaltación de la Madre de tu divino Hijo, como Madre de la Iglesia triunfante, purgante y militante; haznos ahora, en la tierra, hijos devotos de la Iglesia, para poder gozar para siempre de la infinita misericordia de tu redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por los que sufren: Para que unidos con amor y esperanza a la Cruz del Señor Jesús, experimenten el amor del Padre, la presencia confortadora del Espíritu Santo, y la caridad de sus hermanos cristianos.
CONCLUSIÓN
V LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO REINA DE TODO LO CREADO
Oh Trinidad gloriosa y eterna, fin último de la persona humana y de todo el universo creado, que revelas tu gloria de manera singular en la exaltación de la Madre de tu divino Hijo, como Madre de la Iglesia triunfante, purgante y militante; haznos ahora, en la tierra, hijos devotos de la Iglesia, para poder gozar para siempre de la infinita misericordia de tu redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
Ofrecemos este misterio por los que sufren: Para que unidos con amor y esperanza a la Cruz del Señor Jesús, experimenten el amor del Padre, la presencia confortadora del Espíritu Santo, y la caridad de sus hermanos cristianos.
CONCLUSIÓN
Oración final
Te suplicamos, Dios omnipotente,
que por haber elegido a la gloriosa Virgen María
como Madre de tu Hijo Unigénito,
nos lleves con su poderosa mediación a la gloria del cielo.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
que por haber elegido a la gloriosa Virgen María
como Madre de tu Hijo Unigénito,
nos lleves con su poderosa mediación a la gloria del cielo.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
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