Nº 28: 2009, año de oración por la Vida



BOLETIN DEL ROSARIO
Año IV - Nº 28
marzo 2009


2009, año de oración por la vida

A propuesta de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, y con el visto bueno del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española (CEE), se ha puesto en marcha un año de oración por la vida que, desde este mes de enero, pretende, según palabras de Juan Pablo II en la Evangelium Vitae que "en cada comunidad cristiana, con iniciativas extraordinarias y con la oración habitual, se eleve una súplica apasionada a Dios, Creador y amante de la vida".




REFLEXIÓN

Bendito sea el Fruto de tu Vientre

por Monseñor Juan José Asenjo PelegrinaAdministrador Apostólico de Córdoba
y Coadjutor de Sevilla


Queridos hermanos y hermanas:

Son muchas las amenazas que se ciernen sobre la vida humana: la plaga del hambre, que padece un tercio de la humanidad; la violencia contra las mujeres, que en muchas ocasiones termina en tragedia; los accidentes de tráfico, consecuencia casi siempre de la irresponsabilidad; la muerte de trabajadores, en muchos casos fruto de un liberalismo económico desbocado; las drogas, que merman la libertad y arrancan la vida de tantos jóvenes; y sobre todo, el drama del aborto, que a su gravedad intrínseca, por ser la eliminación voluntaria y querida de un ser humano por decisión de sus padres, se une la tragedia de su aceptación acrítica por una parte de nuestros conciudadanos en nombre del progreso y de la libertad de la mujer. En el último año, la sociedad española se ha sentido conmovida por las noticias de crueles prácticas abortivas y por la magnitud de las cifras, en torno a 110.000 abortos en el año 2007.

Por otra parte, estadísticas fiables nos dicen que va extendiéndose en nuestra sociedad la aceptación social de la eutanasia, al tiempo que se prepara su regulación legal, olvidando que la vida humana, desde su concepción hasta su ocaso natural, no es propiedad del hombre, sino don gratuito de Dios. A todo ello se añaden determinadas disposiciones legales, que no respetan la dignidad de la vida naciente, partiendo del falso principio de que todo lo que es científicamente factible es también éticamente lícito. En este caso no se tiene en cuenta que la técnica, cuando reduce el embrión humano a objeto de experimentación, acaba abandonando al débil al arbitrio del más fuerte.

En las últimas décadas ha crecido, gracias a Dios, la conciencia de la dignidad sagrada de la persona humana, pero de modo excesivamente parcial y selectivo. Todos rechazamos la tortura, la pena de muerte y la violencia doméstica. Deploramos las muertes en accidentes laborales y el hambre en el mundo, que en los últimos meses padecen también muchos conciudadanos nuestros, que reclaman nuestra solidaridad. Dios quiera que vaya creciendo también nuestra conciencia de que la vida debe ser promovida, tutelada y defendida en todas sus fases. En este sentido, aliento a las instituciones, confesionales o no, que promueven iniciativas a favor de la vida y que ayudan a las madres en circunstancias difíciles para que acojan generosamente el fruto de sus entrañas.

En su primera visita apostólica a España, en noviembre de 1982, Juan Pablo II nos dejó este mensaje, que no ha perdido actualidad: "Quien negara la defensa de la persona humana más inocente y débil, de la persona humana ya concebida aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral. Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se minaría el mismo fundamento de la sociedad". Urge, por ello, que los católicos nos sensibilicemos ante este tema verdaderamente trascendental, que tratemos de sensibilizar a nuestros conciudadanos y que anunciemos a todos el Evangelio de la Vida, de modo que poco a poco se vaya afianzando en nuestra sociedad la cultura de la vida, que debe proteger inexcusablemente a los más débiles e indefensos, la vida humana concebida y no nacida, y también la vida en su ocaso, la de los enfermos y ancianos.

Un modo magnífico de defender el valor sagrado de toda vida es la oración. Por ello, juzgo muy oportuna la iniciativa que la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, contando con la aprobación del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española, y previa información a la Asamblea Plenaria, ha puesto en marcha, declarando el año 2009 como Año de Oración por la Vida bajo el lema "Bendito sea el fruto de tu vientre".

Responde a la invitación que Juan Pablo II hiciera a toda la Iglesia al encarecer en Evangelium Vitae que "es urgente una gran oración por la vida, que abarque al mundo entero. Que desde cada comunidad cristiana, desde cada grupo o asociación, desde cada familia y desde el corazón de cada creyente, con iniciativas extraordinarias y con la oración habitual, se eleve una súplica apasionada a Dios, Creador y amante de la vida".
Ruego, pues, a los sacerdotes, consagrados, seminaristas, laicos cristianos y miembros de las Hermandades y Cofradías y de los grupos y movimientos apostólicos que secunden esta iniciativa en la celebración de la Eucaristía, en el rezo de la Liturgia de las Horas, en la adoración del Santísimo y en la recitación del Santo Rosario. Para ello, la Subcomisión ha preparado unos materiales que la Delegación Diocesana de Familia y Vida enviará a todas las parroquias e instituciones. Encomiendo de modo especial esta intención a los contemplativos de la Diócesis, pues estoy convencido de que la oración es la fuente de los frutos que permanecen y el manantial que refresca y fecunda todas nuestras iniciativas apostólicas.

Códoba, 15 de febrero de 2009


Guión del rezo del Rosario

Rosario por la vidaMeditaciones propuestas por la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española

ORACIÓN INICIAL
Oh Dios, que has dado al género humano
la recompensa de la eterna salud
por la virginidad fecunda
de la Bienaventurada María;
te suplicamos nos concedas
que experimentamos en nuestras necesidades
la intercesión de la misma Señora,
por la cual merecimos recibir
al Autor de la vida,
tu Hijo Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.



MISTERIOS GOZOSOS

I. LA ANUNCIACIÓN DEL ANGEL A MARÍA
Oremos, por intercesión de María, para que el Espíritu Santo nos enseñe el valor sagrado de la vida humana desde el instante de su concepción.
II LA VISITA DE MARÍA SANTÍSIMA A SU PRIMA SANTA ISABEL
Oremos, por intercesión de María, para que nos enseñe a acoger y acompañar a las mujeres embarazadas, especialmente a las que atraviesan graves dificultades.
III EL NACIMIENTO DE JESÚS EN BELÉN
Oremos, por intercesión de María, para que las familias sean el santuario de la vida y que toda mujer tenga la dicha de ver nacer a sus hijos.
IV LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO
Oremos, por intercesión de María, para que reconozcamos que cada niño es un don de Dios.
V JESÚS PERDIDO Y ENCONTRADO EN EL TEMPLO
Oremos, por intercesión de María, para que todos los matrimonios que, respondiendo a su vocación, buscan un hijo, puedan concebirlo o adoptarlo.


MISTERIOS LUMINOSOS


I EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL RÍO JORDÁN.
Oremos, por intercesión de María, para que los padres tengan la dicha de ver nacer a sus hijos a la vida nueva del Bautismo.

II LA AUTORREVELACIÓN DE JESÚS EN LAS BODAS DE CANÁ.
Oremos, por intercesión de María, para que Jesucristo, Esposo de la Iglesia, santifique con su presencia a todas las familias cristianas.
III EL ANUNCIO DEL REINO INVITANDO A LA CONVERSIÓN.
Oremos, por intercesión de María, por la conversión de todas las personas que colaboran en la construcción de una cultura de la muerte.
IV LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS
Oremos, por intercesión de María, para que sepamos descubrir la belleza y dignidad de todos los niños que sufren limitaciones físicas o psíquicas.
V LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Oremos, por intercesión de María, para que aprendamos a amar como Cristo en la Eucaristía y entreguemos nuestra vida a los demás.



MISTERIOS DOLOROSOS


I LA ORACIÓN EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ
Oremos, por intercesión de María, por los enfermos más graves, para que no pierdan la esperanza y confíen en el amor de Dios Padre.
II LA FLAGELACIÓN
Oremos, por intercesión de María, por los que provocan el sufrimiento que producen el aborto y la eutanasia.

III LA CORONACIÓN DE ESPINAS
Oremos, por intercesión de María, para que Jesús, Rey de la Paz, detenga las guerras, el terrorismo y todo atentado a la dignidad de la persona humana.
IV LA VÍA DE LA CRUZ
Oremos, por intercesión de María, para que sepamos acompañar la cruz de las madres y de los padres que no encuentran ayuda para que nazcan sus hijos.
V LA MUERTE DE JESÚS
Oremos, por intercesión de María, para que todas las personas respetemos la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural.


MISTERIOS GLORIOSOS

I LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR
Oremos, por intercesión de María, para que podamos recorrer con la gracia de Dios el camino que conduce a la plenitud de la vida en el hogar del cielo.

II LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO
Oremos,por intercesión de María, para que todos seamos testigos del Evangelio de la vida.
III LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
Oremos, por intercesión de María, para que el Espíritu Santo ilumine e impulse a los gobernantes a defender la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural.

IV LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO
Oremos, por intercesión de María Inmaculada, para que los esposos vivan la pureza de su amor conyugal y éste sea fuente de vida.

V LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO REINA DE TODO LO CREADOOremos, por intercesión de María, Reina de la familia, para que proteja a las familias que están sufriendo cualquier tipo de necesidad.


ORACIÓN FINAL : Oración por la vida
Oh, María Aurora del mundo nuevo.
Madre de los vivientes
a Ti confiamos la causa de la vida;
mira, Madre,
el número inmenso de niños
a quienes se les impide nacer,
de pobres a quienes se les hace difícil vivir,
de hombres y mujeres
víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia
o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu Hijo
sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo,
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia
de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud
durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir,
junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.

(Juan Pablo II: Encíclica EvangeliumVitæ)


Nº 27: El Himno Akathistos



BOLETIN DEL ROSARIO
Año IV - Nº 27
enero de 2009



El himno "Akathistos"

Gentileza de Jaime Zuluaga Escobar



El himno Akathistos a la Madre de Dios es el poema mariano más célebre de la iglesia bizantina y de la Iglesia de todos los tiempos, obra maestra de literatura y de teología, altísima expresión contemplativa y laudativa del culto a la Virgen Madre.


Ha brotado más que de la mente de un sabio, del corazón de la Iglesia, y no tiene nombre ni título propio: el nombre se lo ha dado la Iglesia, un nombre singular que es a la vez un mandato para los fieles: Akathistos, que significa "estando en pie" ; es decir, un himno que, como el Evangelio, debe ser cantado y escuchado estando en pie, como signo incluso exterior de atención reverente.

Métrica, ritmo, poesía, teología, elevación espiritual se funden en él; y no se sabe qué es lo que más se debe admirar, si la belleza externa o su aliento interior.

La estructura métrica del texto original es de una precisión que raya en lo inverosímil: un perfecto trazado en las estrofas, una fina compostura en los versos, predispuestos los acentos, numeradas las sílabas, fijadas las pausas: un perfecto entramado, que no se puede tocar impunemente, sin que lo note el experto.


Si miramos ahora la estructura temática, el himno queda configurado en dos grandes escenarios: el primero escenifica la narración evangélica, desde la Anunciación al encuentro con Simeón en el templo; el segundo, los artículos fundamentales de la fe que se refieren a María: vida virginal - concepción virginal - divina maternidad - parto virginal - perpetua virginidad - presencia eclesial - mediación actual: un verdadero compendio de doctrina mariana.


Las estrofas van alternando cuadros marianos y temas cristológicos, fundiendo a la vez el Hijo y la Madre. Unas prorrumpen en aclamaciones a la Virgen, otras se cierran aclamando al Señor. Todas comienzan con la presentación de un hecho o de un tema que fija la mente sobre un misterio. Las estrofas marianas -las impares- prolongan después la contemplación, hecha voz, en un subseguirse a coros alternados, y en forma binaria, de sentencias concisas, de aserciones lapidarias, de imágenes vivas sacadas de las divinas Escrituras y de toda la creación para comentarlos temas propuestos, y se cierran con una espontánea y solemne oración: Salve, ¡Virgen y Esposa!

El Himno tiene 24 oikoi o estrofas, que empieza cada una con una letra del alfabeto griego. Consta, además, de una estrofa de introducción y una invocación final.


¿Quién es el autor de este espléndido himno, compuesto con toda seguridad hacia finales del siglo V? Ciertamente, un gran poeta. Un teólogo insigne. Un contemplativo consumado. Tan grande que ha sabido traducir en síntesis orante la fe que la Iglesia profesa, tan humilde que ha querido desaparecer en el anonimato. Su nombre lo conoce Dios, el mundo lo ignora.


Se notará el sistema adoptado: es la contemplación de los misterios de María, evocados cada uno por una antífona y que después estallan en alabanzas. Dicho de otra manera, es la realidad misma de nuestro Rosario. Al mismo tiempo, gracias a la variedad de estas aclamaciones, es una serie de letanías.

En cuanto a los sentimientos expresados, es necesario hacer notar cómo esta gran devoción es viril y recia, sin ninguna vulgar afectación.


Desde el principio del siglo VI la Iglesia bizantino-eslava, ortodoxa y católica, lo consideran como una interpretación auténtica de su espiritualidad secular mariana y como la expresión más alta de su amor a la Virgen; por eso celebra en el año litúrgico su fiesta solemne (el quinto sábado de cuaresma); lo canta en muchas ocasiones; lo recomienda siempre a los fieles.




PARTE HISTÓRICA
(Episodios evangélicos)



(Primer misterio gozoso)


Un arcángel excelso fue enviado del cielo a decir "Dios te salve" a María. Con templándote, oh Dios, hecho hombre por virtud de su angélico anuncio, extasiado quedó ante la Virgen,y así le cantaba:


Salve, por ti resplandece la dicha;

Salve, por ti se eclipsa la pena.

Salve, levantas a Adán, el caído;

Salve, rescatas el llanto de Eva.

Salve, oh cima encumbrada a la mente del hombre;

Salve, abismo insondable a los ojos del ángel.

Salve, tú eres de veras el trono del Rey;

Salve, tú llevas en ti al que todo sostiene.

Salve, lucero que el Sol nos anuncia,

Salve, regazo del Dios que se encarna.

Salve, por ti la creación se renueva,

Salve, por ti el Creador nace niño.

Salve, ¡Virgen y Esposa!



Conociendo la Santa que era a Dios consagrada, al arcángel Gabriel le decía: Tu mensaje es arcano a mi oído y difícil resulta a mi alma; insinúas de Virgen el parto, exclamando: ¡Aleluya!

Deseaba la Virgen comprender el misterio y al heraldo divino pregunta: ¿Podrá dar a luz criatura una Virgen? Responde, te ruego. Reverente Gabriel contestaba, y así le cantaba:



Salve, tú guía al eterno consejo;

Salve, tú prenda de arcano misterio.

Salve, milagro primero de Cristo;

Salve, compendio de todos sus dogmas.

Salve, celeste escalera que Dios ha bajado;

Salve, oh puente que llevas los hombres al cielo.

Salve, de angélicos coros solemne portento;

Salve, de turba infernal lastimero flagelo

Salve, inefable, la Luz alumbraste;

Salve, a ninguno dijiste el secreto.

Salve, del docto rebasas la ciencia,

Salve, del fiel iluminas la mente,

Salve, ¡Virgen y Esposa!



La virtud de lo Alto la cubrió con su sombra e hizo Madre a la Esposa Inviolada. Aquel seno por Dios fecundado germinó como fértil arada para todo el que busca la gracia y aclama: ¡Aleluya!



(Segundo misterio gozoso)


Con el Niño en su seno presurosa María, a su prima Isabel visitaba. El pequeño en el seno materno exultó al oír el saludo, y con saltos, cual cantos de gozo, a la Madre aclamaba:



Salve, oh tallo del verde Retoño;

Salve, oh rama del Fruto incorrupto.

Salve, al pío Arador tú cultivas;

Salve, tú plantas quien planta la vida

Salve, oh campo fecundo de gracias copiosas;

Salve, oh mesa repleta de dones divinos.

Salve, un Prado germinas de toda delicia.

Salve, al alma preparas Asilo seguro.

Salve, incienso de grata plegaria,

Salve, ofrenda que el mundo concilia.

Salve, clemencia de Dios para el hombre;

Salve, del hombre con Dios confianza.

Salve, ¡Virgen y Esposa!



Con la mente en tumulto, inundado de dudas, el prudente José se debate. Te conoce cual Virgen intacta; desposorios secretos sospecha. Al saber que es acción del Espíritu, exclama: ¡Aleluya!




(Tercer misterio gozoso)



Los pastores oyeron los ángelicos coros que al Señor hecho hombre cantaban. Para ver al Pastor van corriendo; un Cordero inocente contemplan que del pecho materno se nutre, y a la Virgen le cantan:



Salve, Nutriz del Pastor y Cordero;

Salve, aprisco de fieles rebaños.

Salve, barrera a las fieras hostiles;

Salve, ingreso que da al Paraíso.

Salve, por ti con la tierra exultan los cielos;

Salve, por ti con los cielos se alegra la tierra.

Salve, de Apóstoles boca que nunca enmudece,

Salve, de Mártires fuerza que nadie somete.

Salve, de fe inconcuso cimiento;

Salve, fulgente estandarte de gracia.

Salve, por ti es despojado el averno,

Salve, por ti revestimos la gloria.

Salve, ¡Virgen y Esposa!



Observando la estrella que hacia Dios los guiaba, sus fulgores siguieron los magos. Era antorcha segura en su ruta; los condujo ante el Rey Poderoso. Al llegar hasta el Inalcanzable, le cantan: ¡Aleluya!

Contemplaron los magos entre brazos maternos al que al hombre plasmó con sus manos. Comprendieron que era El su Señor, a pesar de su forma de esclavo; presurosos le ofrecen sus dones y a la Madre proclaman:



Salve, oh Madre del Sol sin ocaso;

Salve, aurora del místico Día. Salve, tú apagas hogueras de errores;

Salve, Dios Trino al creyente revelas.

Salve, derribas del trono al tirano enemigo;

Salve, nos muestras a Cristo el Señor y el Amigo.

Salve, nos has liberado de bárbaros ritos;

Salve, nos has redimido de acciones de barro.

Salve, destruyes el culto del fuego;

Salve, extingues las llamas del vicio.

Salve, camino a la santa templanza,

Salve, alegría de todas las gentes.

Salve, ¡Virgen y Esposa!



Portadores y heraldos de Dios eran los magos de regreso, allá en Babilonia. Se cumplía el oráculo antiguo cuando a todos hablaban de Cristo, sin pensar en el necio de Herodes que no canta: ¡Aleluya!

El Egipto iluminas con la luz verdadera persiguiendo el error tenebroso. A tu paso caían los dioses, no pudiendo, Señor, soportarte; y los hombres, salvados de engaño, a la Virgen aclaman:



Salve, levantas al género humano;

Salve, humillas a todo el infierno.

Salve, conculcas engaños y errores;

Salve, impugnas del ídolo el fraude.

Salve, oh mar que sumerge al cruel enemigo;

Salve, oh roca do beben sedientos de Vida.

Salve, columna de fuego que guía en tinieblas;

Salve, amplísima nube que cubres el mundo.

Salve, nos diste el Maná verdadero;

Salve, nos sirves Manjar de delicias.

Salve, oh tierra por Dios prometida,

Salve, en ti fluyen la miel y la leche.

Salve, ¡Virgen y Esposa!




(Cuarto misterio gozoso)

Simeón el anciano, al final de sus días, de este mundo dejaba la sombra. Presentado le fuiste cual niño, mas, al verte cual Dios poderoso, admiró el arcano designio y gritaba: ¡Aleluya!



PARTE DOGMÁTICA
(Misterio: de la fe)


Renovó el Excelso de este mundo las leyes cuando vino a habitar en la tierra. Germinando en un seno incorrupto lo conserva intacto cual era. Asombrados por este prodigio a la Santa cantamos:



Salve, azucena de intacta belleza,

Salve, corona de noble firmeza.

Salve, la suerte futura revelas;

Salve, la angélica vida desvelas.

Salve, frutal exquisito que nutre a los fieles;

Salve, ramaje frondoso que a todos cobija.

Salve, llevaste en el seno quien guía al errante;

Salve, al mundo entregaste quien libra al esclavo.

Salve, plegaria ante el Juez verdadero,

Salve, perdón del que tuerce el sendero.

Salve, atavío que cubre al desnudo,

Salve, del hombre supremo deseo.

Salve, ¡Virgen y Esposa!



Ante el Parto admirable, alejados del mundo, hacia el cielo elevamos la mente. El Altísimo vino a la tierra con la humilde semblanza de un pobre y enaltece hasta cumbres de gloria a quien canta: ¡Aleluya!

Habitaba en la tierra y llenaba los cielos la Palabra de Dios infinita. Su bajada amo rosa hasta el hombre no cambió su morada suprema. Era el parto divino de Virgen que este canto escuchaba:


Salve, mansión que contiene el Inmenso;

Salve, dintel del augusto Misterio.

Salve, de in crédulo equívoco anuncio

Salve, del fiel inequívoco orgullo.

Salve, carroza del Santo que portan querubes;

Salve, sitial del que adora sin fin serafines.

Salve, tú sólo has unido dos cosas opuestas.

Salve, tú sola a la vez eres Virgen y Madre.

Salve, por ti fue borrada la culpa

Salve, por ti Dios abrió el Paraíso.

Salve, tú llave del Reino de Cristo;

Salve, esperanza de bienes eternos.

Salve, ¡Virgen y Esposa!



Todo el orden angélico asombrado contempla el misterio de Dios que se encarna Al Señor, al que nadie se acerca, hecho hombre, accesible, admira caminar por humanos senderos, escuchando. ¡Aleluya!

Oradores brillantes como peces se callan ante ti, Santa Madre del Verbo. Cómo ha sido posible no entienden ser tú Virgen después de ser Madre. El prodigio admiramos tus fieles, y con fe proclamamos:


Salve, sagrario de arcana Sapiencia;

Salve, despensa de la Providencia.

Salve, por ti se confunden los sabios;

Salve, por ti el orador enmudece.

Salve, por ti se aturden sutiles doctores;

Salve, por ti desfallecen autores de mitos;

Salve, disuelves enredos de agudos sofistas;

Salve, rellenas las redes de los Pescadores.

Salve, levantas de honda ignorancia;

Salve, nos llenas de ciencia suprema.

Salve, navío del que ama salvarse;

Salve, oh puerto en el mar de la vida.

Salve, ¡Virgen y Esposa!



Por salvar todo el orbe, el Divino Alfarero hasta el mundo bajó, porque quiso. Por ser Dios era El Pastor nuestro; se mostró por nosotros Cordero;como igual sus iguales atrae; cual Dios oye: ¡Aleluya!

Virgen, Madre de Cristo. Baluarte de vírgenes y de todo el que en ti se refugia el divino Hacedor te dispuso, al tomar de ti carne en tu seno; y enseña a que todos cantemos en tu honor, oh Inviolada:

Salve, columna de sacra pureza,

Salve, umbral de la vida perfecta.

Salve, tú inicias la nueva progenie;

Salve, dispensas bondades divinas.

Salve, de nuevo engendraste al nacido en deshonra;

Salve, talento infundiste al hombre insensato.

Salve, anulaste a Satán seductor de las almas;

Salve, nos diste al Señor sembrador de los castos.

Salve, regazo de nupcias divinas;

Salve, unión de los fieles con Cristo.

Salve, de vírgenes Madre y Maestra;

Salve, al Esposo conduces las almas.

Salve, ¡Virgen y Esposa!



Impotente es el canto que alabar presumiera de tu gracia el caudal infinito. Como inmensa es la arena en la playa puede ser nuestros himnos, Rey Santo, mas no igualan los dones que has dado a quien canta: ¡Aleluya!

Como antorcha luciente del que yace en tinieblas resplandece la Virgen María. Ha encendido la Luz increada; su fulgor ilumina las mentes y conduce a la ciencia celeste suscitando este canto:


Salve, oh rayo del Sol verdadero;

Salve, destello de Luz sin ocaso.

Salve, fulgor que iluminas las mentes;

Salve, cual trueno enemigos aterras.

Salve, surgieron de ti luminosos misterios;

Salve, brotaron en ti caudalosos arroyos.

Salve, figura eres tú de salubre piscina;

Salve, tú limpias las manchas de nuestros pecados.

Salve, oh fuente que lavas las almas;

Salve, oh copa que vierte alegría.

Salve, fragancia de ungüento de Cristo;

Salve, oh Vida del sacro Banquete.

Salve, ¡Virgen y Esposa!



Por querer perdonarnos el pecado primero, el que paga las deudas de todos, de sus prófugos busca el asilo, libremente del cielo exiliado. Mas, rasgando el quirógrafo antiguo, oye un canto: ¡Aleluya!


Celebrando tu parto, a una voz te alabamos como templo viviente, Señora. Ha querido encerrarse en tu seno el que todo contiene en su mano, el que santa y gloriosa te ha hecho, el que enseña a cantarte:



Salve, oh tienda del Verbo divino,

Salve, más grande que el gran Santuario.

Salve, oh Arca que Espíritu dora;

Salve, tesoro inexhausto de vida.

Salve, diadema preciosa de reyes devotos,

Salve, orgullo glorioso de sacros ministros.

Salve, firmísimo alcázar de toda la Iglesia;

Salve, muralla invencible de todo el Imperio.

Salve, por ti enarbolamos trofeos,

Salve, por ti sucumbió el adversario.

Salve, remedio eficaz de mi carne;

Salve, inmortal salvación de mi alma.

Salve, ¡Virgen y Esposa!