Nº 20: El Rosario con Tomás de Kempis



BOLETIN DEL ROSARIO
Año II - Nº 20
abril de 2007


REFLEXION


Kempis



La fama de Tomás de Kempis se debe al hecho de haber escrito el libro que, después de la Biblia, más ediciones ha tenido: La Imitación de Cristo.

Tomás Hemerken nació en Kempis, al NO de Colonia, Alemania, en el año 1380, en el seno de una familia modestísima.

A la edad de 13 años va a Deventer para entrar en la comunidad de los Hermanos de la Vida Común, asociación piadosa con dos ramas: una laica y otra sacerdotal. Vivían -algunos en sus casas y otros en comunidad- en pobreza, castidad y obediencia, en la medida que fuese posible según el estado de vida. Practicaban un modo de vivir que llamaban "Devotio moderna" y que consistía en emplear largos ratos en la oración, la meditación, la lectura de libros piadosos, recibir y dar dirección espiritual, y dedicarse a cumplir cada día los deberes de su propia profesión.

Los que pertenecían a esta asociación hacían progresos muy notorios y rápidos en santidad, y por ello la gente los admiraba y apreciaba. Por aquellos años, muchísimas personas deseaban que la Iglesia Católica se reformara y se volviera más fervorosa y santa, pero pocos se dedicaban a reformase ellos mismos y a volverse mejores. Tomás se dio cuenta de que el primer paso que hay que dar para obtener que la Iglesia se vuelva más santa, es esforzarse uno mismo por volverse mejor. Y que si cada uno se reforma a sí mismo, toda la Iglesia se va reformando poco a poco.

Pero a Tomás no le bastaba la consagración laical: anhelaba la vida religiosa con votos y clausura. Ingresa en el Convento agustino de Monte Santa Inés, y entre 1413 y 1414, recibe la ordenación sacerdotal. Desde entonces su vida se desarrollará tranquila y fecunda. Vida austera, repartida entre el estudio, el trabajo y la oración. En la paz del claustro son sus ordinarias ocupaciones la transcripción de libros edificantes. Prolijo copista, copió la Biblia cuatro veces, uno de cuyos volúmenes se conserva en Darmstadt.

También escribió pequeños, modestos tratados devotos, en los que recomendaba insistentemente las "verdaderas virtudes" —la renuncia, la humildad, la obediencia; recordaba los deberes del religioso; y ofrecía a sus hermanos temas para sus meditaciones. Algunos de estos opúsculos tienen títulos poéticos: El jardín de las rosas, El valle de los lirios... Varios están dedicados a la formación de los jóvenes religiosos, como los Sermones a los Novicios Regulares. También escribió una Biografía de Santa Lydwine, obras y meditaciones sobre la Vida de Nuestro Señor y varias oraciones. Algunas veces escribía para sí mismo, como por ejemplo, el Soliloquio del Alma, uno de sus escritos más importantes y característicos.

En sus ratos libres, Tomás de Kempis fue escribiendo el libro que lo haría célebre. No lo escribió todo de una vez, sino poco a poco, durante muchos años, a medida que su espíritu iba creciendo en sabiduría y santidad. Lo distribuyó en cuatro pequeños libritos, independientes entre sí. Excepto el libro cuarto, -que es un tratado eucarístico-, la Imitación es una autobiografía íntima, es la narración del mundo interior de un corazón piadoso.

La primera edición de este libro salió veinte años antes del descubrimiento de América (un año después de la muerte del autor), y durante más de 500 años ha tenido ya más de 3.100 ediciones en los más diversos idiomas. Publicada al principio anónimamente, bien pronto surgieron controversias acerca de quién era el verdadero autor de la obra. Pero en 1441 Tomás había firmado un codex -que se conserva en la Biblioteca Real de Bruselas- conteniendo los cuatro libros de la Imitación de Cristo y otras nueve obras menores, lo cual constituye una prueba irrefutable de su autoría. Escrito en un lenguaje sencillo y rico, el libro está hecho para personas que quieran sostener una lucha sin cuartel contra el amor propio y la sensualidad, que buscan el amor de Dios y la paz del alma. San Ignacio, San Juan Bosco, García Moreno, el Beato Juan XXIII y muchísimos más, han leído una página de la Imitación cada día. ¿La leeremos también nosotros?

La existencia de Tomás fue simple, equilibrada, ordenada, devota. Vida puramente contemplativa, pero sin brillo ni estridencias. Su verdadera vida fue la interior, escondida a los ojos de los hombres, conocida sólo de Dios. Existen suficientes testimonios históricos de sus virtudes cristianas que lo pusieron siempre como candidato a ser beatificado. El obispo de Colonia, Maximiliano Hendriken, fue el primero en interesarse en la causa de beatificación del monje agustino, pero con el paso de los siglos la causa cayó en el silencio.

Murió en Zwolle, al NE de Amsterdam, en 1471 y fue enterrado en el Claustro de Monte Santa Inés. Destruido éste durante la Reforma Protestante, sus restos fueron trasladados a la Iglesia de San Miguel en donde permanecen hasta hoy. En 1897 se erigió allí un magnífico monumento en el que se lee:


Al honor, no a la memoria, de Tomás Kempis,

cuyo nombre es más permanente que ningún monumento.


DEL REZO DEL ROSARIO

Meditando el Rosario con Tomás de Kempis


Oración Inicial


¡Oh, Luz perpetua,
que trasciendes sobre toda luz creada!
Envía desde lo alto un rayo resplandeciente
que penetre todo lo secreto de mi corazón.
Amén


I. LA ANUNCIACIÓN DEL ANGEL A MARÍA
Tú, Señor de todo, que de nada necesitas, quisiste habitar entre nosotros...

II LA VISITA DE MARÍA SANTÍSIMA A SU PRIMA SANTA ISABEL
¿...de dónde a mí tanto bien, que tú vengas a mí? ¿Quién soy yo para que te me des a Ti mismo? Tú conoces a tu siervo, y sabes que ningún bien tiene por donde merezca que Tú le hagas este beneficio.

III EL NACIMIENTO DE JESÚS EN BELÉN
Tú eres el Santo de los santos, y yo el más vil de los pecadores. Tú te bajas a mí, que no soy digno de alzar los ojos para mirarte. Tú vienes a mí, Tú quieres estar conmigo...

IV LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO
Señor, Tú sabes lo que es mejor: haz esto o aquello, según te agrade. Da lo que quieras, cuanto quieras, cuando quieras. Ponme donde quieras y dispón de mí libremente en todo. En tus manos estoy.....Ve, aquí, a tu siervo dispuesto a todo; porque no deseo, Señor, vivir para mí, sino para Ti.

V JESÚS PERDIDO Y ENCONTRADO EN EL TEMPLO
Si en todo buscas a Jesús, hallarás de verdad a Jesús; mas si te buscas a ti mismo, también te hallarás, pero para tu daño. Pues más se daña el hombre a sí mismo si no busca a Jesús, que lo que el mundo y todos sus enemigos le puedan dañar.



I EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL RÍO JORDÁN.
Derrama de lo alto Tu gracia; riega mi corazón con el rocío celestial, concédeme las aguas de la devoción para regar la superficie de la tierra, y produzca fruto bueno y perfecto.
II LA AUTORREVELACIÓN DE JESÚS EN LAS BODAS DE CANÁ.
Si a Cristo tuvieres, estarás rico y te bastará. El será tu fiel procurador y te proveerá de todo, de manera que no tendrás necesidad de esperar en los hombres.

III EL ANUNCIO DEL REINO INVITANDO A LA CONVERSIÓN.
Aprende a menospreciar las cosas exteriores y darte a las interiores, y verás que se viene a ti el Reino de Dios. Pues el Reino de Dios es paz y gozo en el Espíritu Santo. Si le preparas digna morada interiormente, Cristo vendrá a ti y te mostrará su consolación.

IV LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS
Así como el hierro metido en el fuego pierde el orín y se pone todo resplandeciente, así el hombre que enteramente se convierte a Dios se desentorpece y muda en nuevo hombre.

V LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Gracias a Ti, buen Jesús, pastor eterno, que te dignaste recrearnos a nosotros, pobres y desterrados, con tu precioso Cuerpo y Sangre; y convidarnos con palabras de tu propia boca a recibir estos misterios, diciendo: “Venid a Mí todos los que tenéis trabajos y estáis cargados, que yo os aliviaré”.




I LA ORACIÓN EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ
A veces te dejará Dios, a veces te perseguirá el prójimo; y lo que es peor, muchas veces te descontentarás de ti mismo, y no serás aliviado ni refrigerado con ningún remedio ni consuelo; mas conviene que sufras hasta que Dios quiera. Porque quiere Dios que aprendas a sufrir la tribulación sin consuelo, y que te sujetes del todo a El y te hagas más humilde en la tribulación.

II LA FLAGELACIÓN
No es según la inclinación humana llevar la cruz, amar la cruz, castigar el cuerpo, ponerle en servidumbre, huir las honras, sufrir de grado las injurias, despreciarse a sí mismo y desear ser despreciado, sufrir todo lo adverso y dañoso.....Más si confías en Dios, El te enviará fortaleza del cielo y hará que te estén sujetos el mundo y la carne.

III LA CORONACIÓN DE ESPINAS
Cuanto más se quebranta la carne por la aflicción, tanto más se robustece el espíritu por la gracia interior.

IV LA VÍA DE LA CRUZ
No está la salud del alma ni la esperanza de la vida eterna, sino en la cruz. Toma, pues, tu cruz y sigue a Jesús, e irás a la vida eterna. Mira que todo consiste en la cruz y todo está en morir en ella.

V LA MUERTE DE JESÚS
En la cruz está la salud, en la cruz la vida, en la cruz está la defensa contra los enemigos, en la cruz está la infusión de la suavidad soberana, en la cruz está la fortaleza del corazón, en la cruz está el gozo del espíritu, en la cruz está la suma virtud, en la cruz está la perfección de la santidad.


MISTERIOS GLORIOSOS

I LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR
No tienes aquí domicilio permanente, y dondequiera que estuvieres serás extraño y peregrino; y no tendrás nunca reposo sin no estuvieres unido con Cristo. ¿Qué miras aquí no siendo éste el lugar de tu descanso?

II LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO
¡Oh, Buen Jesús! ¡Cuándo estaré para verte! ¡Cuándo contemplaré la gloria de tu Reino! ¡Cuando me serás todo en todas las cosas! ¡Cuándo estaré contigo en tu Reino, el cual preparaste desde la eternidad para tus escogidos!

III LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
Alégrate alma mía, y da gracias a Dios por don tan excelente y consuelo tan singular que te fué dejado en este valle de lágrimas.

IV LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO
En los cielos debe ser tu morada....

V LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO REINA DE TODO LO CREADO
Ella es mi fortaleza, ella me da consejo y favor. Más poderosa es que todos los enemigos y más sabia que todos los sabios.



CONCLUSIÓN
Oración final


Dame, Señor, sabiduría celestial
para que aprenda a buscarte, hallarte, gustarte y amarte
sobre todas las cosas.
Gracias sean dadas a Ti, de quien viene todo.
Amén.


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