N º 10


18th century Albanian Icon of pregnant Theotokos.:

BOLETIN DEL ROSARIO
Año I - Nº 10
junio 2006

REFLEXIÓN

Una Virtud Poco Conocida

Sin dudas una virtud indispensable en nuestro caminar es la paciencia. Y la necesitamos cada día, cada hora, siempre. Juan XXIII, el Papa Bueno, tenía por escrito este propósito: “Con el prójimo, mansedumbre, longanimidad, paciencia, paciencia, paciencia sin fin”.
Sí, la virtud de la paciencia hay que ejercitarla, y para ello sobran oportunidades...En el hogar, en los viajes, en el trabajo, en el estudio, en el deporte, con el cónyuge, con los hijos, con los abuelos, con los vecinos, detrás y ante el mostrador...y con nosotros mismos.
Así lo aconseja Francisco de Sales: “Tengan paciencia con todos, pero, sobre todo, con ustedes mismos”.
Las sorpresas que nos presenta la vida, esas dificultades y contratiempos inesperados, nos obligan a practicar la paciencia.
Esas molestias que debemos soportar son como la materia prima para construir nuestra salvación. Y esa es nuestra vocación. Y donde pasan los pacientes, los santos, se va quedando Dios.
Quien sabe soportar y aceptar con alegría los defectos que aparecen en el prójimo, se va convirtiendo en héroe. San Pablo, escribiendo a los de Efeso les recomienda: “Sean humildes, amables, pacientes, y sopórtense unos a otros con amor”.
Si rechazamos a personas molestas y “pesadas”, o escapamos diplomáticamente de una responsabilidad, desperdiciamos la ocasión que nos ofrece Dios de practicar la virtud de la paciencia.
La virtud de la paciencia nos ubica en un camino de autodisciplina que nos ejercita para saber callar, evitar roces, a no ventilar sufrimientos o aventuras ajenas, ni dolores propios...porque las lamentaciones nublan el día, entristecen el corazón y descontrolan la paz.
Dicen que no hay rosas si espinas...Que en el jardín de nuestra vida florezcan las rosas de las buenas obras, pero que sus espinas no hieran a nadie. Aquí viene bien recordar el pensamiento poético de Teresa de Jesús, la Grande:
Nade te turbe, nada te espante.
Todo se pasa. Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene nada le falta.
Solo Dios basta.

En el Sermón del Monte, Jesús nos dejó con claridad esta bienaventuranza: “Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia”.

Padre Lorenzo Bovier



GUIÓN DEL REZO DEL ROSARIO

Oración Inicial


¡Oh Espíritu Santo!, alma de mi alma, te adoro;
ilumíname, guíame, fortifícame, consuélame,
dime que debo hacer, ordéname.
Concédeme someterme a todo lo que quieras de mí,
y aceptar todo lo que permitas que me suceda.
Hazme solamente conocer y cumplir tu voluntad.
Amén

MISTERIOS GOZOSOS
(Fuente: llenadegracia.cl)

I. LA ANUNCIACIÓN DEL ANGEL A MARÍA
María se sorprende con el anuncio del ángel, que viene a decirle cuál es su vocación, lo que Dios espera de ella. Y María dice sí, un sí que va a cambiar la historia. Enséñanos Madre Nuestra, a decir siempre que sí a Dios.

II LA VISITA DE MARÍA SANTÍSIMA A SU PRIMA SANTA ISABEL
María siempre dispuesta a servir, acude donde sabe que la necesitan. Señora y Madre mía, que aprenda de ti a estar siempre disponible para servir a los demás.

III EL NACIMIENTO DE JESÚS EN BELÉN
Los hombres le cierran las puertas al Hijo de Dios, que va a nacer en un portal, en pobreza extrema. María no se queja, sabe que lleva en sus entrañas la salvación del mundo, y acepta con gozo, humildemente, la voluntad de Dios. Madre del Salvador: que mi pobre corazón sea un pesebre que acoja al Señor.

IV LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO
María es Inmaculada, no hay en ella mancha alguna de pecado, porque Dios ha querido llenarla de todas las gracias. Pero como es humilde, se somete a la ley y se presenta en el templo para su purificación. Ella que es Virgen y Madre, en su humildad quiere mostrarnos el valor de la pureza. Madre purísima, enséñanos a vivir teniéndote a ti como modelo.

V JESÚS PERDIDO Y ENCONTRADO EN EL TEMPLO
¡Qué desasosiego el de María y José que no encuentran al niño Dios! Que aprendamos de ti, María a buscar sin descanso al Señor, y aceptar sus planes, sabiendo dejar de lado los nuestros
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MISTERIOS LUMINOSOS
(Fuente: Asociación del Rosario Santo Domingo El Real )

I EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL RÍO JORDÁN.
Es momento culminante de la revelación cristiana: se revela el misterio de Dios; se confirma la misión de Jesucristo y se anuncia la vida divina que se nos dará en el sacramento del Bautismo que Cristo instituye. Por eso, agradecemos el don de la vida divina que hemos recibido en el Sacramento del Bautismo. Igualmente, renovamos nuestra fe en Jesucristo y en la Iglesia que ha instituido.

II LA AUTORREVELACIÓN DE JESÚS EN LAS BODAS DE CANÁ.
Es el primer milagro que realiza Jesús y lo hace por la mediación de su Madre. "No tienen vino": María es la Omnipotencia suplicante que ama a sus hijos y los cuida. "Haced lo que El os diga": quiere decir que hemos de aceptar a Cristo, camino, verdad y vida.
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III EL ANUNCIO DEL REINO INVITANDO A LA CONVERSIÓN.
Convertirse y creer en el Evangelio: necesitamos de la conversión para recibir el don de una fe más intensa en Jesucristo y de una entrega conforme a las exigencias del Evangelio. Hemos de vivir permanentemente en tensión de conversión, con propósito decidido de alejarnos del mal y orientación decidida hacia Dios. Confiemos en la presencia maternal y medianera de María para obtener las gracias que necesitamos en nuestro camino de conversión.

IV LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS
Asistimos a un momento culminante de la Revelación de la Trinidad: del Padre en la voz que se escucha, del Hijo visible en Jesucristo y del Espíritu Santo en la nube luminosa. Los apóstoles se postran en adoración, y nosotros con ellos. La Transfiguración trata de fortalecer la fe débil de los apóstoles ante los acontecimientos duros que se acercan. Fortalece también nuestra fe en las circunstancias difíciles que nos tocan vivir. Virgen y Madre, Señora del Rosario: enséñanos a adorar a Cristo, tu Hijo, a aceptarlo en nuestras vidas con todas sus consecuencias, a conocerlo meditando y viviendo los misterios del Rosario, a recorrer el camino sembrado de cruces, sin desalientos, hasta alcanzar la participación en la gloria luminosa de Cristo.

V LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Nos unimos a Cristo presente en la Eucaristía en el espíritu de María, que es el Magnificat. La Eucaristía es alabanza, acción de gracias, engrandece al Señor, nos llena de gozo, rememora el cumplimiento de las promesas, es germen para derribar a los poderosos y exaltar a los humildes, anuncia el cielo nuevo.....El Magnificat expresa la espiritualidad de María y ayuda a vivir el misterio eucarístico.....La Eucaristía se nos da para que nuestra vida, como la de María, sea un Magnificat.



MISTERIOS DOLOROSOS
(Meditaciones del P. Stefano Gobi en San Ignacio de Loyola, Bs. As. el 1 de abril de 2005)

I LA ORACIÓN EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ
Jesús, abandonado por los apóstoles y traicionado por Judas, padece un intenso sufrimiento. Recemos para consolar a Jesús que todavía hoy es traicionado y abandonado por muchos de los suyos. Pidamos a la Virgen la gracia de ser siempre fieles a Jesús.

II LA FLAGELACIÓN
El cuerpo del Señor es profanado con la flagelación. Consolemos Jesús, reparando todos los pecados cometidos contra la dignidad de este nuestro cuerpo humano que es templo de Dios, templo del Espíritu Santo.
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III LA CORONACIÓN DE ESPINAS
Oremos en reparación de todos los pecados cometidos por la soberbia y el orgullo humano, por la difusión de falsas ideologías, por los muchos errores difundidos por las sectas. Pidamos a la Virgen permanecer siempre fieles a la verdadera Fe.

IV LA VÍA DE LA CRUZ
Jesús sufre en todos aquellos que sufren: en los enfermos, los agonizantes, los pobres, los desposeídos, los pecadores. Pidamos a la Virgen que nos ayude con su gracia a llevar la Cruz que el Señor nos envió.

V LA MUERTE DE JESÚS
Oremos por las víctimas de la violencia y de las guerras, para que puedan obtener la gracia de morir en comunión con Dios. Oremos también por nuestra propia muerte pidiendo que esté a nuestro lado María como Madre y sea Ella la que reciba nuestra alma entre sus brazos y la lleve al cielo.


MISTERIOS GLORIOSOS
(Fuente: Meditaciones de la Capilla de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa de París)

I LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR
La Resurrección de Jesucristo es el mensaje central de nuestra fe. Con san Pablo, llenos de esperanza, nos atrevemos a decir: «¿Oh muerte, ¿dónde está tu victoria?»
Que la esperanza, enraizada en la victoria pascual de Cristo resucitado que nos asegura el triunfo de la vida, estimule nuestro ardor en el combate.

II LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO
¡Qué abismo del Jesús de Getsemaní al Jesús de la Ascensión! El primero, estremeciéndose bajo el peso de un dolor, tal como se manifiesta por un sudor de sangre; el segundo, triunfador de la muerte y del infierno, con una gloria radiante. El último gesto de Jesús es una bendición. ¡Qué delicadeza! Hoy, Jesús, continúa preocupándose de cada uno de nosotros con la misma solicitud y amor que durante su vida mortal. Jesús subió al cielo: en cada misa, después de la Consagración, pidamos con fervor el segundo « advenimiento de Cristo nuestro Salvador ».

III LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu Santo actúa en la Iglesia y en nuestras vidas. Que como los apóstoles transformados repentinamente por la visita del Espíritu de Dios, lleguemos a ser obreros infatigables de su Reino. A ejemplo de los apóstoles y de María, pongámonos a disposición del Espíritu Santo.

IV LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO
María es la primera criatura que participó en la victoria de Cristo resucitado, mostrándonos por adelantado la gloria que nos está reservada. Pidamos la gracia de no dejar ni un solo día sin dedicar a María, nuestra Madre, una ferviente oración.

V LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO REINA DE TODO LO CREADO
Madre del Rey, Madre del Creador, Madre del Salvador. Por lo tanto, María es Reina del Universo; Reina maternal, porque es nuestra Madre en el orden de la gracia; Reina suplicante que intercede por los hombres. Pidamos a María que derrame en nuestros corazones la gracia de convertirnos de pecadores en santos.


CONCLUSIÓN
Oración final
Santa María, Madre del Señor Jesús y nuestra,
obtennos la presencia vivificante del Espíritu,
y la gracia de andar siempre por los caminos de Dios;
por tu bondadosa intercesión consigue que estemos libres:
de las tristezas presentes,
de las acechanzas del enemigo,
de las flaquezas en la lucha;
y para cuando seamos convocados por el Padre
consigue para nosotros las alegrías sin fin.
Amén.


Anecdotario
Una vez la Madre Teresa recogió a un hombre en un desagüe abierto de Calcuta y lo llevó a su casa para moribundos. Su cuerpo estaba totalmente cubierto de gusanos. No blasfemó, no gritó. Lo único que dijo fue: “He vivido toda mi vida en las calles como un animal. Y ahora voy a morir como un ángel, amado y atendido”. Después de tres o cuatro horas murió con la sonrisa en los labios.

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