N° 47- Misterios Gloriosos de Juan Taulero

23 octubre de 2016

Misterios Gloriosos del Santo Rosario
escritos por Fray Juan Taulero, monje dominico del siglo XIV
(Adaptación)


La Coronación de a Virgen por la Trinidad
Gregorio Vasquez de Arce y Ceballos (1638-1711)

I   La Resurrección
Todo lo que Jesús ha sido para nosotros sobre la tierra, Él lo ha llevado a la gloria del cielo. Estamos invitados a marchar sobre sus pasos, pero es Él quién marcha en nosotros: no somos nosotros quienes vivimos, sino es Cristo quien vive en nosotros y nos  abre los horizontes infinitos  del misterio trinitario.

II   La Ascensión
Ya que era necesario que Cristo sufriera  para entrar en su gloria, nosotros debemos seguir a nuestro amable maestro: que cada hombre tome su Cruz y le siga. El misterio de la Ascensión, que es la culminación de la Resurrección, nos lleva con el Señor al Reino del Padre. La fuerza de la Resurrección nos lleva y nos atrae. Así como el amor que Jesús tenía para el Padre le atraía sobre el camino de su Pasión, nosotros no podemos en encontrar a Cristo más que en los caminos que Él mismo ha tomado: pobreza, abyección, desprecio.

III  Pentecostés
En el  momento en que el hombre se vuelve hacia Dios,  enseguida el Espíritu Santo viene con todo su cortejo de dones, y colma  todos los rincones y el fondo del alma. E inversamente, en el instante mismo en el que el hombre se vuelve voluntariamente de Dios hacia las criaturas,  enseguida el Espíritu Santo se va con toda su riqueza y todo su tesoro. Cualesquiera que sea la cosa a la que el hombre se aplica, si no lo hace bajo el impulso de Dios, es a sí mismo al que busca.

IV   La Asunción de la Virgen
Si nuestra Señora se encuentra con su cuerpo en la gloria del cielo, es que desde su vida terrestre ella no se había apegado a ningún bien, espiritual o corporal, interior o exterior.
Estamos invitados nosotros también a no detenernos en los dones de Dios, sino a buscar sin cesar al Dador Mismo, nuestro único reposo. Dejemos todas las cosas disiparse con el fin de que no haya complacencia más que  en Él. Por esta profunda pobreza interior, participamos nosotros un poco de la pureza de María, de esa diligencia  por la cual ella no ponía ningún obstáculo a la gracia que la elevaba hasta Dios. La Asunción comienza, como la Resurrección, en nuestra vida cotidiana aquí abajo.


V   La Coronación de la Virgen
¿Qué es esta corona? ¿Qué es esta ilustre herencia? No es otra cosa que Nuestro Señor Jesucristo; Él es la ilustre herencia, ya que es  heredero de su Padre y nosotros somos sus coherederos.  ¡Ave, llena de gracia! ¡El Todopoderoso ha hecho grandes obras en Tí, Santo es su nombre! Él ha puesto sus ojos sobre la humildad de su sierva. Sobre nosotros también ha puesto sus ojos, y, si  le dejamos, El hará en nosotros también grandes cosas  para nuestra dicha y Su gloria.

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