LOS
MISTERIOS DEL ROSARIO
PARA EL JUBILEO
DE LA ORDEN DE PREDICADORES
“El año jubilar será un año del
Rosario...”
(Fr.
Louis-Marie Ariño-Durand OP, Promotor General del Rosario)
MISTERIOS
GOZOSOS
I La Anunciación
"El sexto mes, el ángel Gabriel fue
enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven, a una
virgen desposada con un hombre de la casa de David, llamado José; y el nombre
de la joven era María." (Lc 1,26-27)
"María estuvo llena de gracia,
tanto que redundó la gracia del alma sobre el cuerpo... y tanto que redundó
esta gracia a todos los hombres. Es gran cosa para un santo tener suficiente
gracia para su propia salvación; tener suficiente gracia para la salvación de
muchos, es aún mayor; pero que haya sido tanta que pueda ser suficiente para
todas las personas de este mundo, he ahí la grandeza suprema: pues esto es así
en Cristo y en la Santísima Virgen María." (Santo Tomás de Aquino, 1224 -
1274)
Nuestra
Señora del Rosario, enséñanos a hacer en todo la voluntad del Señor.
II La Visitación
"Cuando Isabel oyó el saludo de
María, la criatura saltó de gozo en ella." (Lc 1,41)
"Juan recibió la gracia de ser
profeta, cuando, por su estremecimiento en el vientre de Isabel, conoció que
Dios estaba delante de él. Cuando la Santa Virgen saludó a Isabel, Jesucristo
lo consagró como profeta, según las palabras de Juan Crisóstomo: Jesucristo
quiso saludar a Isabel por María para que su palabra salida del vientre de su
madre, proferida por el Señor y recibida por el oído de Isabel, descendiera a
Juan, que así sería consagrado profeta. Y él mereció por su madre recibir el
espíritu de profecía." (Bto. Santiago de la Vorágine, c.1228-1298)
Nuestra
Señora del Rosario, enséñanos a hacer de cada visita una Visitación.
III La Natividad
"Ella dio a luz a su hijo
primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre." (Lc 2,7)
"¡Bienaventurados los brazos de
María santísima, que abrazaron tantas veces este niño que encierra el mundo en
la palma de su mano! Y ¿qué es conveniente decir de las entrañas de María? ¡Su
felicidad es única! Escucha, te ruego: Ellas recibieron al Dios Hombre.
¡Concepción que supera toda naturaleza y todo razonamiento! Este seno sostuvo la
fuente y el origen de la vida. Ha conducido a término lo que hace crecer todas
las semillas y todos los frutos... Ha encerrado en sí al que formó la luz y los
astros y es más grande que el firmamento... Ha engendrado a su Creador y al de
todos los seres." (San Alberto Magno, 1193 - 1280)
Nuestra
Señora del Rosario, enséñanos la belleza del silencio y la contemplación.
IV La Presentación de Jesús
"Los padres de Jesús ofrecieron el
sacrificio prescrito por la ley del Señor: Un par de tórtolas o dos pichones"
(Lucas 2,24).
"Esta ofrenda de Cristo al Padre,
María la ha realizado la primera en el templo de Jerusalén. Por este gesto ella
reconoce en la fe que el niño que sostiene en sus brazos, a partir de ahora,
pertenece al Padre y no a ella, pero también en la ofrenda con todo lo que será
su vida, ella nos ofrece a nosotros mismos que somos miembros de Cristo, ella
se ofrece a sí misma y ruega por la humanidad entera; también nosotros podemos
ofrecer en nuestra oración a Cristo a Dios por la salvación del mundo, y
ofrecernos a nosotros mismos con todas las etapas gozosas o dolorosas de
nuestro camino." (Juan Tauler, 1300 - 1361)
Nuestra
Señora del Rosario, enséñanos a someter nuestras vidas al Señor como un
sacrificio que le agrade.
V El encuentro de Jesús en el Templo
"El niño Jesús se quedó en
Jerusalén sin que lo supieran sus padres. Pensando que estaba en la caravana de
peregrinos, anduvieron una jornada de camino buscándolo entre los parientes y
conocidos." (Lc 2,43-44).
"Fue sólo cuando retornaron a su
punto de partida, el Templo, cuando lo encontraron. Así que si tú has de
encontrar el nacimiento divino en ti, debes dejar toda la multitud y volver al
origen y al fondo de donde viniste. Todas las potencias del alma y todas sus
operaciones: todo esto es la multitud. Tienes que dejar todo esto: la
sensualidad, la imaginación y todo lo que busques o encuentres en el interior
de ti mismo. Sólo entonces podrás encontrar este nacimiento." (Maestro
Eckhart, c.1260- c.1328.)
Nuestra
Señora del Rosario, enséñanos a estar siempre cerca del Padre.
MISTERIOS LUMINOSOS
I El Bautismo del Señor en el Jordán
"Desde
el cielo, una voz dijo:" Este es mi Hijo amado, en quien encuentro mi
alegría". (Mt 3,17)
"El
Espíritu Santo mantiene a Juan el Bautista en el desierto en preparación al
testimonio que dará después: nunca había visto a Cristo hasta que le vio en el
Jordán... Aquí es donde la voz del Padre se escuchó proclamándolo su Hijo. Aquí
es donde el Espíritu Santo lo adornó de tantas virtudes: la humildad, la
mansedumbre y otras, a fin de que saliera del desierto transformado en sal para
preservar a los hombres de la corrupción, en luz para iluminar a los ciegos, en
ciudad amurallada, refugio para los santos y los hombres virtuosos." (San
Luis Bertrán, 1526 -1581)
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos a ser fieles a las promesas de nuestro bautismo.
II Las bodas de Caná
"El
vino se acabó; la madre de Jesús le dijo:" No tienen vino." (Jn 2,3)
“Consideremos
el amor respetuoso de María con respecto a Cristo. En el amor respetuoso que
nosotros tenemos para con Dios, él nos hace simplemente presentarle nuestra
indigencia, de acuerdo con este versículo, Señor, todos mis deseos están ante
Ti. De esta manera Dios nos ayudará, aunque nosotros no entendamos, porque no
sabemos qué conviene pedir en nuestras oraciones. Esta es la razón por la que
la Madre de Jesús presenta únicamente a Cristo la indigencia de los otros
diciendo, "No tienen vino."” (Santo Tomás de Aquino, 1225-1274).
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos a estar siempre atentos a las necesidades de los que nos
rodean.
III La Proclamación del Reino
"Jesús
caminó por ciudades y aldeas, proclamando y anunciando la Buena Noticia."
(Lc 8,1)
"En
los sermones y exhortaciones, utiliza un lenguaje sencillo, como el de una
conversación familiar. Habla de tal manera que aparezca claro que tus palabras
no proceden de un espíritu orgulloso o irritado, sino más bien de la ternura de
una caridad y una bondad paternal. Sé parecido a un padre que se aflige al ver
a sus hijos gravemente culpables... y trata de restablecerlos, de librarlos, y
quiere acariciarlos como una madre, como alguien que se alegra de verlos
progresar y poder esperar para ellos la gloria del paraíso." (San Vicente
Ferrer, 1350-1419)
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos a ser predicadores celosos del Evangelio.
IV La Transfiguración
"Seis
días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a Juan, y se los llevó a una
montaña alta. Y se transfiguró delante de ellos." (Mc 9,2)
"Teniendo,
pues, los ojos fijos en Jesús que da la fe y la mantiene... Que él mismo, el
Dios del amor y de la paz, apacigüe vuestros corazones y acompañe vuestro
viaje, que él os guarde en el secreto de su presencia, lejos de las intrigas de
los hombres; y esto, hasta que os introduzca y os haga echar raíces en esta
plenitud donde quedaremos eternamente, en la belleza y la paz, la seguridad y
el descanso de la abundancia." (San Raimundo de Peñafort, 1175 - 1275)
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos a contemplar a Cristo transfigurado.
V La institución de la Eucaristía
"El
que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna." (Jn 6,54)
"La
sabiduría eterna, para acercarse más a los hombres y mostrar más sensiblemente
su amor, quiso hacerse hombre... Queriendo por un lado mostrar su amor por el
hombre hasta morir en su lugar para salvarlo, y no pudiendo por el otro dejar
de ser hombre, encontró un secreto admirable para morir y para vivir, todo a la
vez, y permanecer con el hombre hasta el fin de los siglos: es la invención
amorosa de la Eucaristía; y por demostrar su amor en este misterio, no encontró
ninguna dificultad para cambiar y suspender cualquier naturaleza." (San
Luis-María Grignion de Montfort, 1673-1716)
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos a tener siempre hambre del Pan de la vida dado para la
salvación del mundo.
MISTERIOS
DOLOROSOS
I La agonía en el Huerto de los Olivos
"Jesús
tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y comenzó a sentir terror y
angustia." (Mc 14,33)
"Oh
Jesús, mi Salvador, el Hijo del Dios viviente, por el amargo dolor con que tu
alma santa se inundó en el Monte de los Olivos, y por el miedo que atravesó tu
carne sagrada, te pedimos, que en nuestra última hora, cuando nuestra alma y
nuestro cuerpo estén en la angustia suprema, nos fortalezcas en nuestra agonía.
No nos abandones, que la virtud de tus sufrimientos nos sostengan para que
hagamos nuestra tu santa palabra: ‘Dios mío, tu voluntad, no la mía” (Fray Luis
de Granada, 1505 - 1588)
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos a no abandonar nunca a los moribundos.
II La flagelación
"Pilatos
hizo flagelar a Jesús, y lo entregó para ser crucificado." (Mt 27,26)
"Le
cubren de lesiones y le desgarran los golpes,
vemos
sólo contusiones, cicatrices y agujeros.
Mira
cómo resiste este terrible tormento
sin
quejarse o murmurar, tan ardiente es su amor.
Pecadores,
son nuestras ofensas
y
nuestra sensualidad
las
que causan tanto sufrimiento al que es objeto de lástima.
Sumérgete
en la sangre de sus venas y encuentra tu sanación,
y
no aumentes las penas, porque seguirá tu pasión.
Oh
bondadoso Salvador, por este cuerpo lleno de golpes
calma
tu enojo y perdónanos a todos!”.
(San
Luis-María Grignion de Montfort, 1673-1716).
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos a apoyar a todos los que sufren en el cuerpo.
III La coronación de espinas
"Los
soldados entrelazando espinas entretejieron una corona que pusieron sobre la
cabeza de Jesús." (Mt 27,29)
"Tenemos
que mantener en nuestra alma el dolor por nuestros pecados, pues para librarnos
de sus puntas afiladas, Jesucristo quiso sufrir en su cabeza sagrada el dolor
de las más punzantes espinas, como lo señaló el Venerable Beda. Las espinas son
el símbolo de los pecados; pues si se le dijo al primer hombre culpable: La
tierra te dará espinas y abrojos, es que nuestra naturaleza viciada por los
pecados debe producir el amargo remordimiento que penetre la conciencia como
espinas muy agudas”. (Ludolfo el Cartujo, 1300 - 1377)
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos a ayudar a los que sufren en su espíritu.
IV Jesús cargado con la Cruz
"Él,
cargando su cruz, salió hacia el lugar llamado de la Calavera (o Calvario), que
en hebreo se llama Gólgota." (Jn 19,17)
"Es
con una naturaleza humana semejante a la nuestra que el Hijo de Dios inició su
rápido camino hacia la pasión. Nosotros debemos recorrer el mismo camino, mis
hijitos, lanzarnos en este vasto océano, lavarnos y purificarnos, porque fue
hecho para nosotros; marcar nuestra frente con la sangre divina, para que con
tal signo podamos presentarnos ante el Padre Eterno, diciéndole que su
unigénito Hijo pagó por nosotros, que hemos luchado y encontramos el botín
rojo, escarlata, es decir, a Jesús en la cruz, todo ensangrentado y exhausto
por el amor." (Santa Catalina de Ricci, 1522 - 1589)
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos a ser Simón de Cirene para aquellos que viven agobiados
por el peso de la vida.
V La crucifixión y muerte de Jesús
"Que
la cruz de nuestro Señor Jesucristo sea mi única fortaleza." (Gal 6,14).
"Tú
puedes encontrar una suave consolación tomando y leyendo el libro de la cruz,
que has de tener siempre ante los ojos de tu alma, este libro de la vida, el
libro de la Ley inmaculada, que elimina la suciedad, porque ella es caridad. La
encuentras escrita con una belleza maravillosa cuando contemplas a Jesús, tu
Salvador, extendido en la Cruz como una piel sobre la que ha escrito con sus
llagas y ha iluminado con su sangre generosa. ¿Dónde se lee, dónde se aprende
tan bien la lección de la caridad?". (Bto. Jordán de Sajonia, 1190-1237).
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos, siguiendo el ejemplo de Nuestro Padre Santo Domingo, a
descubrir el camino de la vida en el libro de la Cruz.
MISTERIOS
GLORIOSOS
I La Resurrección
“Jesús
dijo a María: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” (Jn 20,15)
"Oh
Resurrección, oh dulce Pastor, oh humilde Cordero, Tú eres el jardinero que,
después de haber abierto las puertas del jardín celestial, es decir, del
Paraíso, ofreces las flores y los frutos de la Deidad eterna. Y ahora sé con
seguridad que Tú has dicho la verdad cuando, bajo la apariencia de un viajero
apareciéndote a dos de tus discípulos, les dijiste que era necesario que el
Cristo padeciera, por medio de la Cruz entrara en su gloria... ¿Y cuál era tu
gloria, oh dulce y amoroso Verbo? Eras Tú mismo y para que entrases en Ti mismo
fue necesario que sufrieses." (Santa Catalina de Siena, 1347 - 1380)
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos a dar gracias por esta nueva vida que se nos da a través
de la resurrección de Cristo.
II La Ascensión
"La
Escritura dice: Subió a lo alto, llevó a los cautivos, dio dones a los
hombres." (Ef 4,8)
"El
misterio de la Ascensión (...) nos introduce con el Señor en el reino del Padre
y nos cierra caminos puramente terrestres. Si habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba. Pero esta elevación de nosotros mismos, esta subida
se hace siguiendo a Cristo, es el poder de la resurrección el que nos lleva y
nos eleva, como el amor que Jesús tenía por el Padre le elevó en el camino de
su Pasión. En efecto, nosotros no podemos unirnos a Cristo sino por los caminos
que tomó él mismo: abyección, pobreza, desprecio, porque él mismo es el camino,
no otro." (Juan Tauler, 1300-1361)
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos a desear siempre el Cielo.
III Pentecostés
"Se
llenaron del Espíritu Santo y comenzaron a celebrar la grandeza de Dios."
(Hechos 2,4).
"¡Qué
la gracia del Espíritu Santo esté presente en nosotros! Espíritu Santo, tú que
inspiraste a los profetas para que anunciaran de antemano las maravillas del
Mesías. Tú que purificaste a los Apóstoles para que llevaran al mundo entero el
mensaje de Cristo. Tu soplo ha dado a los hombres el ser espiritual. Tú reúnes
en la unidad las lenguas y costumbres divididas; Tú has enseñado con tu toque
divino a los santos de todos los siglos. Tú has recompensado hoy a los
Apóstoles de Cristo con dones extraordinarios y desconocidos de edad en edad.
Tú has hecho glorioso este día de Pentecostés. Amén, ¡aleluya!” (Beato Humberto
de Romans, 1194 - 1277)
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos a ser dóciles al soplo del Espíritu.
IV La Asunción
"El
Poderoso ha hecho obras grandes por mí, desde ahora todas las generaciones me
llamarán bienaventurada." (Lc 1,48-49)
"Si
Nuestra Señora se encuentra con su cuerpo en la gloria del cielo es que desde
su vida terrena, y a pesar de sus gracias excepcionales, no estuvo atada a
ningún bien, espiritual o corporal, interior o exterior... Por esta profunda
pobreza interior, nosotros participamos un poco de la pureza de María, ella no
puso ningún obstáculo a la gracia que la elevó hasta Dios. La Asunción
comienza, como la Resurrección, en nuestra vida cotidiana aquí abajo."
(Juan Tauler, 1300-1361)
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos a ir siempre a Cristo a través de ti. Ad Jesum per
Mariam.
V La coronación de María Santísima como Reina
y Señora de todo lo creado
"Una
señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus
pies y en su cabeza una corona de doce estrellas." (Ap 12,1)
"Mis
hijas [son las monjas del Convento de Santa Inés] están vestidas ricamente...
Ellas serán llevadas y presentadas al Señor, el Rey, después de la REINA, la
Virgen María, su Madre incomparable, pues ella es su única paloma, su amada, toda
hermosa, pura y sin mancha... Está llena de caridad y de amor, llena de gracia,
bendita entre las mujeres, y con ella está el Señor. Las esposas de Cristo
serán llevadas a su lado en el Templo del Rey no hecho de manos humanas, donde
el Esposo se regocijará con la Esposa... Entraréis en Sión cantando himnos, la
cabeza adornada con una alegría eterna, es decir, con una corona
inmortal." (Bto. Jordán de Sajonia, 1185-1237)
Nuestra Señora
del Rosario, enséñanos a amar más y mejor, que seamos dignos hijos e hijas de
nuestro Padre Santo Domingo.
Oración del
Jubileo
Dios
Padre de misericordia,
que
llamaste a tu servidor Domingo de Guzmán
a
ponerse en camino en la fe,
como
peregrino itinerante y predicador de la gracia,
al
prepararnos a celebrar el Jubileo de la Orden,
te
pedimos que infundas de nuevo en nosotros
el
Espíritu de Cristo Resucitado,
para
que podamos proclamar con fidelidad y alegría
el
Evangelio de la paz.
Por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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