N° 52- De Adviento


diciembre de 2018 

Misterios Gloriosos
Textos extraídos de  Homilías de Adviento de Benedicto XVI


Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682): "La Colosal Inmaculada Concepción"


El Adviento es el tiempo de la presencia y de la espera de lo eterno. Precisamente por esta razón es, de modo particular, el tiempo de la alegría, de una alegría interiorizada, que ningún sufrimiento puede borrar. La alegría por el hecho de que Dios se ha hecho niño. Esta alegría, invisiblemente presente en nosotros, nos anima a caminar confiados. Modelo y sostén de este íntimo gozo es la Virgen María, por medio de la cual nos ha sido dado el Niño Jesús. Que Ella, fiel discípula de su Hijo, nos obtenga la gracia de vivir este tiempo litúrgico vigilantes y en la espera. (28 de noviembre de 2009)


I     LA RESURRECCIÓN DE N.S.J.
La esperanza marca el camino de la humanidad, pero para los cristianos está animada por una certeza: el Señor está presente a lo largo de nuestra vida, nos acompaña y un día enjugará también nuestras lágrimas. Un día, no lejano, todo encontrará su cumplimiento en el reino de Dios, reino de justicia y de paz. (28 de noviembre de 2009)


II    LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO
El Adviento es tiempo favorable para redescubrir una esperanza no vaga e ilusoria, sino cierta y fiable, por estar «anclada» en Cristo, Dios hecho hombre, roca de nuestra salvación. (1 de diciembre de 2007)


III   LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
Es precisamente el Espíritu Santo, que formó a Jesús, hombre perfecto, en el seno de la Virgen, quien lleva a cabo en la persona humana el admirable proyecto de Dios, transformando ante todo el corazón y, desde este centro, todo el resto. Así, sucede que en cada persona se renueva toda la obra de la creación y de la redención, que Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo van realizando desde el inicio hasta el final del cosmos y de la historia. Y como en el centro de la historia de la humanidad está la primera venida de Cristo, y al final, su retorno glorioso, así toda existencia personal está llamada a confrontarse con él de modo misterioso y multiforme durante su peregrinación terrena, para encontrarse "en Él" cuando vuelva. (26 de noviembre de 2005)


IV   LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO
A Cristo dirijamos nuestra mirada y nuestro corazón, en unión espiritual con la Virgen María, Nuestra Señora del Adviento. Pongamos nuestra mano en la suya y entremos con alegría en este nuevo tiempo de gracia que Dios regala a su Iglesia, para el bien de toda la humanidad. Como María, y con su ayuda materna, seamos dóciles a la acción del Espíritu Santo, para que el Dios de la paz nos santifique plenamente, y la Iglesia se convierta en signo e instrumento de esperanza para todos los hombres. (29 de noviembre de 2008)


V  LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO REINA DE TODO LO CREADO
Dejémonos guiar ahora por Aquella que llevó en su corazón y en su seno al Verbo encarnado. ¡Oh María, Virgen de la espera y Madre de la esperanza, reaviva en toda la Iglesia el espíritu del Adviento, para que la humanidad entera se vuelva a poner en camino hacia Belén, donde vino y de nuevo vendrá a visitarnos el Sol que nace de lo alto, Cristo nuestro Dios! (1 de diciembre de 2007)

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