BOLETIN DEL ROSARIO
Año IV - Nº 27
enero de 2009
Año IV - Nº 27
enero de 2009
El himno "Akathistos"
Gentileza de Jaime Zuluaga Escobar
El himno Akathistos a la Madre de Dios es el poema mariano más célebre de la iglesia bizantina y de la Iglesia de todos los tiempos, obra maestra de literatura y de teología, altísima expresión contemplativa y laudativa del culto a la Virgen Madre.
Ha brotado más que de la mente de un sabio, del corazón de la Iglesia, y no tiene nombre ni título propio: el nombre se lo ha dado la Iglesia, un nombre singular que es a la vez un mandato para los fieles: Akathistos, que significa "estando en pie" ; es decir, un himno que, como el Evangelio, debe ser cantado y escuchado estando en pie, como signo incluso exterior de atención reverente.
Métrica, ritmo, poesía, teología, elevación espiritual se funden en él; y no se sabe qué es lo que más se debe admirar, si la belleza externa o su aliento interior.
La estructura métrica del texto original es de una precisión que raya en lo inverosímil: un perfecto trazado en las estrofas, una fina compostura en los versos, predispuestos los acentos, numeradas las sílabas, fijadas las pausas: un perfecto entramado, que no se puede tocar impunemente, sin que lo note el experto.
Si miramos ahora la estructura temática, el himno queda configurado en dos grandes escenarios: el primero escenifica la narración evangélica, desde la Anunciación al encuentro con Simeón en el templo; el segundo, los artículos fundamentales de la fe que se refieren a María: vida virginal - concepción virginal - divina maternidad - parto virginal - perpetua virginidad - presencia eclesial - mediación actual: un verdadero compendio de doctrina mariana.
Las estrofas van alternando cuadros marianos y temas cristológicos, fundiendo a la vez el Hijo y la Madre. Unas prorrumpen en aclamaciones a la Virgen, otras se cierran aclamando al Señor. Todas comienzan con la presentación de un hecho o de un tema que fija la mente sobre un misterio. Las estrofas marianas -las impares- prolongan después la contemplación, hecha voz, en un subseguirse a coros alternados, y en forma binaria, de sentencias concisas, de aserciones lapidarias, de imágenes vivas sacadas de las divinas Escrituras y de toda la creación para comentarlos temas propuestos, y se cierran con una espontánea y solemne oración: Salve, ¡Virgen y Esposa!
El Himno tiene 24 oikoi o estrofas, que empieza cada una con una letra del alfabeto griego. Consta, además, de una estrofa de introducción y una invocación final.
¿Quién es el autor de este espléndido himno, compuesto con toda seguridad hacia finales del siglo V? Ciertamente, un gran poeta. Un teólogo insigne. Un contemplativo consumado. Tan grande que ha sabido traducir en síntesis orante la fe que la Iglesia profesa, tan humilde que ha querido desaparecer en el anonimato. Su nombre lo conoce Dios, el mundo lo ignora.
Se notará el sistema adoptado: es la contemplación de los misterios de María, evocados cada uno por una antífona y que después estallan en alabanzas. Dicho de otra manera, es la realidad misma de nuestro Rosario. Al mismo tiempo, gracias a la variedad de estas aclamaciones, es una serie de letanías.
En cuanto a los sentimientos expresados, es necesario hacer notar cómo esta gran devoción es viril y recia, sin ninguna vulgar afectación.
Desde el principio del siglo VI la Iglesia bizantino-eslava, ortodoxa y católica, lo consideran como una interpretación auténtica de su espiritualidad secular mariana y como la expresión más alta de su amor a la Virgen; por eso celebra en el año litúrgico su fiesta solemne (el quinto sábado de cuaresma); lo canta en muchas ocasiones; lo recomienda siempre a los fieles.
PARTE HISTÓRICA
(Episodios evangélicos)
(Primer misterio gozoso)
Un arcángel excelso fue enviado del cielo a decir "Dios te salve" a María. Con templándote, oh Dios, hecho hombre por virtud de su angélico anuncio, extasiado quedó ante la Virgen,y así le cantaba:
Salve, por ti resplandece la dicha;
Salve, por ti se eclipsa la pena.
Salve, levantas a Adán, el caído;
Salve, rescatas el llanto de Eva.
Salve, oh cima encumbrada a la mente del hombre;
Salve, abismo insondable a los ojos del ángel.
Salve, tú eres de veras el trono del Rey;
Salve, tú llevas en ti al que todo sostiene.
Salve, lucero que el Sol nos anuncia,
Salve, regazo del Dios que se encarna.
Salve, por ti la creación se renueva,
Salve, por ti el Creador nace niño.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Conociendo la Santa que era a Dios consagrada, al arcángel Gabriel le decía: Tu mensaje es arcano a mi oído y difícil resulta a mi alma; insinúas de Virgen el parto, exclamando: ¡Aleluya!
Deseaba la Virgen comprender el misterio y al heraldo divino pregunta: ¿Podrá dar a luz criatura una Virgen? Responde, te ruego. Reverente Gabriel contestaba, y así le cantaba:
Salve, tú guía al eterno consejo;
Salve, tú prenda de arcano misterio.
Salve, milagro primero de Cristo;
Salve, compendio de todos sus dogmas.
Salve, celeste escalera que Dios ha bajado;
Salve, oh puente que llevas los hombres al cielo.
Salve, de angélicos coros solemne portento;
Salve, de turba infernal lastimero flagelo
Salve, inefable, la Luz alumbraste;
Salve, a ninguno dijiste el secreto.
Salve, del docto rebasas la ciencia,
Salve, del fiel iluminas la mente,
Salve, ¡Virgen y Esposa!
La virtud de lo Alto la cubrió con su sombra e hizo Madre a la Esposa Inviolada. Aquel seno por Dios fecundado germinó como fértil arada para todo el que busca la gracia y aclama: ¡Aleluya!
(Segundo misterio gozoso)
Con el Niño en su seno presurosa María, a su prima Isabel visitaba. El pequeño en el seno materno exultó al oír el saludo, y con saltos, cual cantos de gozo, a la Madre aclamaba:
Salve, oh tallo del verde Retoño;
Salve, oh rama del Fruto incorrupto.
Salve, al pío Arador tú cultivas;
Salve, tú plantas quien planta la vida
Salve, oh campo fecundo de gracias copiosas;
Salve, oh mesa repleta de dones divinos.
Salve, un Prado germinas de toda delicia.
Salve, al alma preparas Asilo seguro.
Salve, incienso de grata plegaria,
Salve, ofrenda que el mundo concilia.
Salve, clemencia de Dios para el hombre;
Salve, del hombre con Dios confianza.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Con la mente en tumulto, inundado de dudas, el prudente José se debate. Te conoce cual Virgen intacta; desposorios secretos sospecha. Al saber que es acción del Espíritu, exclama: ¡Aleluya!
(Tercer misterio gozoso)
Los pastores oyeron los ángelicos coros que al Señor hecho hombre cantaban. Para ver al Pastor van corriendo; un Cordero inocente contemplan que del pecho materno se nutre, y a la Virgen le cantan:
Salve, Nutriz del Pastor y Cordero;
Salve, aprisco de fieles rebaños.
Salve, barrera a las fieras hostiles;
Salve, ingreso que da al Paraíso.
Salve, por ti con la tierra exultan los cielos;
Salve, por ti con los cielos se alegra la tierra.
Salve, de Apóstoles boca que nunca enmudece,
Salve, de Mártires fuerza que nadie somete.
Salve, de fe inconcuso cimiento;
Salve, fulgente estandarte de gracia.
Salve, por ti es despojado el averno,
Salve, por ti revestimos la gloria.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Observando la estrella que hacia Dios los guiaba, sus fulgores siguieron los magos. Era antorcha segura en su ruta; los condujo ante el Rey Poderoso. Al llegar hasta el Inalcanzable, le cantan: ¡Aleluya!
Contemplaron los magos entre brazos maternos al que al hombre plasmó con sus manos. Comprendieron que era El su Señor, a pesar de su forma de esclavo; presurosos le ofrecen sus dones y a la Madre proclaman:
Salve, oh Madre del Sol sin ocaso;
Salve, aurora del místico Día. Salve, tú apagas hogueras de errores;
Salve, Dios Trino al creyente revelas.
Salve, derribas del trono al tirano enemigo;
Salve, nos muestras a Cristo el Señor y el Amigo.
Salve, nos has liberado de bárbaros ritos;
Salve, nos has redimido de acciones de barro.
Salve, destruyes el culto del fuego;
Salve, extingues las llamas del vicio.
Salve, camino a la santa templanza,
Salve, alegría de todas las gentes.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Portadores y heraldos de Dios eran los magos de regreso, allá en Babilonia. Se cumplía el oráculo antiguo cuando a todos hablaban de Cristo, sin pensar en el necio de Herodes que no canta: ¡Aleluya!
El Egipto iluminas con la luz verdadera persiguiendo el error tenebroso. A tu paso caían los dioses, no pudiendo, Señor, soportarte; y los hombres, salvados de engaño, a la Virgen aclaman:
Salve, levantas al género humano;
Salve, humillas a todo el infierno.
Salve, conculcas engaños y errores;
Salve, impugnas del ídolo el fraude.
Salve, oh mar que sumerge al cruel enemigo;
Salve, oh roca do beben sedientos de Vida.
Salve, columna de fuego que guía en tinieblas;
Salve, amplísima nube que cubres el mundo.
Salve, nos diste el Maná verdadero;
Salve, nos sirves Manjar de delicias.
Salve, oh tierra por Dios prometida,
Salve, en ti fluyen la miel y la leche.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
(Cuarto misterio gozoso)
Simeón el anciano, al final de sus días, de este mundo dejaba la sombra. Presentado le fuiste cual niño, mas, al verte cual Dios poderoso, admiró el arcano designio y gritaba: ¡Aleluya!
PARTE DOGMÁTICA
(Misterio: de la fe)
Renovó el Excelso de este mundo las leyes cuando vino a habitar en la tierra. Germinando en un seno incorrupto lo conserva intacto cual era. Asombrados por este prodigio a la Santa cantamos:
Salve, azucena de intacta belleza,
Salve, corona de noble firmeza.
Salve, la suerte futura revelas;
Salve, la angélica vida desvelas.
Salve, frutal exquisito que nutre a los fieles;
Salve, ramaje frondoso que a todos cobija.
Salve, llevaste en el seno quien guía al errante;
Salve, al mundo entregaste quien libra al esclavo.
Salve, plegaria ante el Juez verdadero,
Salve, perdón del que tuerce el sendero.
Salve, atavío que cubre al desnudo,
Salve, del hombre supremo deseo.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Ante el Parto admirable, alejados del mundo, hacia el cielo elevamos la mente. El Altísimo vino a la tierra con la humilde semblanza de un pobre y enaltece hasta cumbres de gloria a quien canta: ¡Aleluya!
Habitaba en la tierra y llenaba los cielos la Palabra de Dios infinita. Su bajada amo rosa hasta el hombre no cambió su morada suprema. Era el parto divino de Virgen que este canto escuchaba:
Salve, mansión que contiene el Inmenso;
Salve, dintel del augusto Misterio.
Salve, de in crédulo equívoco anuncio
Salve, del fiel inequívoco orgullo.
Salve, carroza del Santo que portan querubes;
Salve, sitial del que adora sin fin serafines.
Salve, tú sólo has unido dos cosas opuestas.
Salve, tú sola a la vez eres Virgen y Madre.
Salve, por ti fue borrada la culpa
Salve, por ti Dios abrió el Paraíso.
Salve, tú llave del Reino de Cristo;
Salve, esperanza de bienes eternos.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Todo el orden angélico asombrado contempla el misterio de Dios que se encarna Al Señor, al que nadie se acerca, hecho hombre, accesible, admira caminar por humanos senderos, escuchando. ¡Aleluya!
Oradores brillantes como peces se callan ante ti, Santa Madre del Verbo. Cómo ha sido posible no entienden ser tú Virgen después de ser Madre. El prodigio admiramos tus fieles, y con fe proclamamos:
Salve, sagrario de arcana Sapiencia;
Salve, despensa de la Providencia.
Salve, por ti se confunden los sabios;
Salve, por ti el orador enmudece.
Salve, por ti se aturden sutiles doctores;
Salve, por ti desfallecen autores de mitos;
Salve, disuelves enredos de agudos sofistas;
Salve, rellenas las redes de los Pescadores.
Salve, levantas de honda ignorancia;
Salve, nos llenas de ciencia suprema.
Salve, navío del que ama salvarse;
Salve, oh puerto en el mar de la vida.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Por salvar todo el orbe, el Divino Alfarero hasta el mundo bajó, porque quiso. Por ser Dios era El Pastor nuestro; se mostró por nosotros Cordero;como igual sus iguales atrae; cual Dios oye: ¡Aleluya!
Virgen, Madre de Cristo. Baluarte de vírgenes y de todo el que en ti se refugia el divino Hacedor te dispuso, al tomar de ti carne en tu seno; y enseña a que todos cantemos en tu honor, oh Inviolada:
Salve, columna de sacra pureza,
Salve, umbral de la vida perfecta.
Salve, tú inicias la nueva progenie;
Salve, dispensas bondades divinas.
Salve, de nuevo engendraste al nacido en deshonra;
Salve, talento infundiste al hombre insensato.
Salve, anulaste a Satán seductor de las almas;
Salve, nos diste al Señor sembrador de los castos.
Salve, regazo de nupcias divinas;
Salve, unión de los fieles con Cristo.
Salve, de vírgenes Madre y Maestra;
Salve, al Esposo conduces las almas.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Impotente es el canto que alabar presumiera de tu gracia el caudal infinito. Como inmensa es la arena en la playa puede ser nuestros himnos, Rey Santo, mas no igualan los dones que has dado a quien canta: ¡Aleluya!
Como antorcha luciente del que yace en tinieblas resplandece la Virgen María. Ha encendido la Luz increada; su fulgor ilumina las mentes y conduce a la ciencia celeste suscitando este canto:
Salve, oh rayo del Sol verdadero;
Salve, destello de Luz sin ocaso.
Salve, fulgor que iluminas las mentes;
Salve, cual trueno enemigos aterras.
Salve, surgieron de ti luminosos misterios;
Salve, brotaron en ti caudalosos arroyos.
Salve, figura eres tú de salubre piscina;
Salve, tú limpias las manchas de nuestros pecados.
Salve, oh fuente que lavas las almas;
Salve, oh copa que vierte alegría.
Salve, fragancia de ungüento de Cristo;
Salve, oh Vida del sacro Banquete.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Por querer perdonarnos el pecado primero, el que paga las deudas de todos, de sus prófugos busca el asilo, libremente del cielo exiliado. Mas, rasgando el quirógrafo antiguo, oye un canto: ¡Aleluya!
Celebrando tu parto, a una voz te alabamos como templo viviente, Señora. Ha querido encerrarse en tu seno el que todo contiene en su mano, el que santa y gloriosa te ha hecho, el que enseña a cantarte:
Salve, oh tienda del Verbo divino,
Salve, más grande que el gran Santuario.
Salve, oh Arca que Espíritu dora;
Salve, tesoro inexhausto de vida.
Salve, diadema preciosa de reyes devotos,
Salve, orgullo glorioso de sacros ministros.
Salve, firmísimo alcázar de toda la Iglesia;
Salve, muralla invencible de todo el Imperio.
Salve, por ti enarbolamos trofeos,
Salve, por ti sucumbió el adversario.
Salve, remedio eficaz de mi carne;
Salve, inmortal salvación de mi alma.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
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JAIME ZULUAGA
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