Nº 28: 2009, año de oración por la Vida



BOLETIN DEL ROSARIO
Año IV - Nº 28
marzo 2009


2009, año de oración por la vida

A propuesta de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, y con el visto bueno del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española (CEE), se ha puesto en marcha un año de oración por la vida que, desde este mes de enero, pretende, según palabras de Juan Pablo II en la Evangelium Vitae que "en cada comunidad cristiana, con iniciativas extraordinarias y con la oración habitual, se eleve una súplica apasionada a Dios, Creador y amante de la vida".




REFLEXIÓN

Bendito sea el Fruto de tu Vientre

por Monseñor Juan José Asenjo PelegrinaAdministrador Apostólico de Córdoba
y Coadjutor de Sevilla


Queridos hermanos y hermanas:

Son muchas las amenazas que se ciernen sobre la vida humana: la plaga del hambre, que padece un tercio de la humanidad; la violencia contra las mujeres, que en muchas ocasiones termina en tragedia; los accidentes de tráfico, consecuencia casi siempre de la irresponsabilidad; la muerte de trabajadores, en muchos casos fruto de un liberalismo económico desbocado; las drogas, que merman la libertad y arrancan la vida de tantos jóvenes; y sobre todo, el drama del aborto, que a su gravedad intrínseca, por ser la eliminación voluntaria y querida de un ser humano por decisión de sus padres, se une la tragedia de su aceptación acrítica por una parte de nuestros conciudadanos en nombre del progreso y de la libertad de la mujer. En el último año, la sociedad española se ha sentido conmovida por las noticias de crueles prácticas abortivas y por la magnitud de las cifras, en torno a 110.000 abortos en el año 2007.

Por otra parte, estadísticas fiables nos dicen que va extendiéndose en nuestra sociedad la aceptación social de la eutanasia, al tiempo que se prepara su regulación legal, olvidando que la vida humana, desde su concepción hasta su ocaso natural, no es propiedad del hombre, sino don gratuito de Dios. A todo ello se añaden determinadas disposiciones legales, que no respetan la dignidad de la vida naciente, partiendo del falso principio de que todo lo que es científicamente factible es también éticamente lícito. En este caso no se tiene en cuenta que la técnica, cuando reduce el embrión humano a objeto de experimentación, acaba abandonando al débil al arbitrio del más fuerte.

En las últimas décadas ha crecido, gracias a Dios, la conciencia de la dignidad sagrada de la persona humana, pero de modo excesivamente parcial y selectivo. Todos rechazamos la tortura, la pena de muerte y la violencia doméstica. Deploramos las muertes en accidentes laborales y el hambre en el mundo, que en los últimos meses padecen también muchos conciudadanos nuestros, que reclaman nuestra solidaridad. Dios quiera que vaya creciendo también nuestra conciencia de que la vida debe ser promovida, tutelada y defendida en todas sus fases. En este sentido, aliento a las instituciones, confesionales o no, que promueven iniciativas a favor de la vida y que ayudan a las madres en circunstancias difíciles para que acojan generosamente el fruto de sus entrañas.

En su primera visita apostólica a España, en noviembre de 1982, Juan Pablo II nos dejó este mensaje, que no ha perdido actualidad: "Quien negara la defensa de la persona humana más inocente y débil, de la persona humana ya concebida aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral. Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se minaría el mismo fundamento de la sociedad". Urge, por ello, que los católicos nos sensibilicemos ante este tema verdaderamente trascendental, que tratemos de sensibilizar a nuestros conciudadanos y que anunciemos a todos el Evangelio de la Vida, de modo que poco a poco se vaya afianzando en nuestra sociedad la cultura de la vida, que debe proteger inexcusablemente a los más débiles e indefensos, la vida humana concebida y no nacida, y también la vida en su ocaso, la de los enfermos y ancianos.

Un modo magnífico de defender el valor sagrado de toda vida es la oración. Por ello, juzgo muy oportuna la iniciativa que la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, contando con la aprobación del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española, y previa información a la Asamblea Plenaria, ha puesto en marcha, declarando el año 2009 como Año de Oración por la Vida bajo el lema "Bendito sea el fruto de tu vientre".

Responde a la invitación que Juan Pablo II hiciera a toda la Iglesia al encarecer en Evangelium Vitae que "es urgente una gran oración por la vida, que abarque al mundo entero. Que desde cada comunidad cristiana, desde cada grupo o asociación, desde cada familia y desde el corazón de cada creyente, con iniciativas extraordinarias y con la oración habitual, se eleve una súplica apasionada a Dios, Creador y amante de la vida".
Ruego, pues, a los sacerdotes, consagrados, seminaristas, laicos cristianos y miembros de las Hermandades y Cofradías y de los grupos y movimientos apostólicos que secunden esta iniciativa en la celebración de la Eucaristía, en el rezo de la Liturgia de las Horas, en la adoración del Santísimo y en la recitación del Santo Rosario. Para ello, la Subcomisión ha preparado unos materiales que la Delegación Diocesana de Familia y Vida enviará a todas las parroquias e instituciones. Encomiendo de modo especial esta intención a los contemplativos de la Diócesis, pues estoy convencido de que la oración es la fuente de los frutos que permanecen y el manantial que refresca y fecunda todas nuestras iniciativas apostólicas.

Códoba, 15 de febrero de 2009


Guión del rezo del Rosario

Rosario por la vidaMeditaciones propuestas por la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española

ORACIÓN INICIAL
Oh Dios, que has dado al género humano
la recompensa de la eterna salud
por la virginidad fecunda
de la Bienaventurada María;
te suplicamos nos concedas
que experimentamos en nuestras necesidades
la intercesión de la misma Señora,
por la cual merecimos recibir
al Autor de la vida,
tu Hijo Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.



MISTERIOS GOZOSOS

I. LA ANUNCIACIÓN DEL ANGEL A MARÍA
Oremos, por intercesión de María, para que el Espíritu Santo nos enseñe el valor sagrado de la vida humana desde el instante de su concepción.
II LA VISITA DE MARÍA SANTÍSIMA A SU PRIMA SANTA ISABEL
Oremos, por intercesión de María, para que nos enseñe a acoger y acompañar a las mujeres embarazadas, especialmente a las que atraviesan graves dificultades.
III EL NACIMIENTO DE JESÚS EN BELÉN
Oremos, por intercesión de María, para que las familias sean el santuario de la vida y que toda mujer tenga la dicha de ver nacer a sus hijos.
IV LA PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO
Oremos, por intercesión de María, para que reconozcamos que cada niño es un don de Dios.
V JESÚS PERDIDO Y ENCONTRADO EN EL TEMPLO
Oremos, por intercesión de María, para que todos los matrimonios que, respondiendo a su vocación, buscan un hijo, puedan concebirlo o adoptarlo.


MISTERIOS LUMINOSOS


I EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL RÍO JORDÁN.
Oremos, por intercesión de María, para que los padres tengan la dicha de ver nacer a sus hijos a la vida nueva del Bautismo.

II LA AUTORREVELACIÓN DE JESÚS EN LAS BODAS DE CANÁ.
Oremos, por intercesión de María, para que Jesucristo, Esposo de la Iglesia, santifique con su presencia a todas las familias cristianas.
III EL ANUNCIO DEL REINO INVITANDO A LA CONVERSIÓN.
Oremos, por intercesión de María, por la conversión de todas las personas que colaboran en la construcción de una cultura de la muerte.
IV LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS
Oremos, por intercesión de María, para que sepamos descubrir la belleza y dignidad de todos los niños que sufren limitaciones físicas o psíquicas.
V LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Oremos, por intercesión de María, para que aprendamos a amar como Cristo en la Eucaristía y entreguemos nuestra vida a los demás.



MISTERIOS DOLOROSOS


I LA ORACIÓN EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ
Oremos, por intercesión de María, por los enfermos más graves, para que no pierdan la esperanza y confíen en el amor de Dios Padre.
II LA FLAGELACIÓN
Oremos, por intercesión de María, por los que provocan el sufrimiento que producen el aborto y la eutanasia.

III LA CORONACIÓN DE ESPINAS
Oremos, por intercesión de María, para que Jesús, Rey de la Paz, detenga las guerras, el terrorismo y todo atentado a la dignidad de la persona humana.
IV LA VÍA DE LA CRUZ
Oremos, por intercesión de María, para que sepamos acompañar la cruz de las madres y de los padres que no encuentran ayuda para que nazcan sus hijos.
V LA MUERTE DE JESÚS
Oremos, por intercesión de María, para que todas las personas respetemos la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural.


MISTERIOS GLORIOSOS

I LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR
Oremos, por intercesión de María, para que podamos recorrer con la gracia de Dios el camino que conduce a la plenitud de la vida en el hogar del cielo.

II LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO
Oremos,por intercesión de María, para que todos seamos testigos del Evangelio de la vida.
III LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
Oremos, por intercesión de María, para que el Espíritu Santo ilumine e impulse a los gobernantes a defender la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural.

IV LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO
Oremos, por intercesión de María Inmaculada, para que los esposos vivan la pureza de su amor conyugal y éste sea fuente de vida.

V LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO REINA DE TODO LO CREADOOremos, por intercesión de María, Reina de la familia, para que proteja a las familias que están sufriendo cualquier tipo de necesidad.


ORACIÓN FINAL : Oración por la vida
Oh, María Aurora del mundo nuevo.
Madre de los vivientes
a Ti confiamos la causa de la vida;
mira, Madre,
el número inmenso de niños
a quienes se les impide nacer,
de pobres a quienes se les hace difícil vivir,
de hombres y mujeres
víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia
o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu Hijo
sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo,
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia
de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud
durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir,
junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.

(Juan Pablo II: Encíclica EvangeliumVitæ)