N° 48- Misterios Gloriosos

27 de noviembre  de 2016

Misterios Gloriosos
por Fray Julián de Cos, O.P.

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Bradi Barth: La dormición de María

I    La resurrección
La resurrección del Hijo de Dios es un elemento central de nuestra fe. Así lo dice san Pablo: “Si no resucitó Cristo, vana es nuestra fe”. Si no creemos en que Jesús venció completamente a la muerte y al pecado, toda nuestra fe se desploma. La experiencia es muy importante en la fe. Cuando experimentamos interiormente aquello en lo que creemos, nuestra fe se refuerza. Pero la fe se sostiene sobre la confianza, no sobre la experiencia. No hace falta ver para creer: hace falta confiar.

II    La Ascensión
Jesús vuelve al cielo resucitado, victorioso. Gracias a Él, el mal está herido de muerte. Pero la victoria de Jesús no es al estilo humano. La experiencia de la ascensión del Señor está íntimamente ligada a la experiencia de la humillación. Ascensión y humillación son dos vivencias que van unidas: el que está sentado a la derecha de Padre es el Cordero degollado. Humillación y ascensión son dos caras de la misma moneda. El Resucitado es el que antes se ha humillado totalmente, y lo mismo se puede decir respecto de nosotros mismos. Como reza la bienaventuranza: de los pobres de espíritu es el Reino de los Cielos.

III    La venida del Espíritu Santo
Con el fin de conducir a la humanidad hacia la salvación  el Padre envió a su Hijo en la Anunciación, y ambos enviaron al Espíritu Santo en Pentecostés. La Santísima Trinidad se despliega así en la Historia de la  Salvación. Y la Virgen María fue protagonista de ambos envíos: en el primero, como la Madre de Dios; y en el segundo, como Madre de la Iglesia.

IV     La Asunción
Debido a su especial relación con su divino Hijo, María fue glorificada en cuerpo y alma al final de su vida terrena: toda ella fue resucitada. María está ahora al lado de su Hijo, en el Reino de los cielos, y sigue siendo la misma  que estaba aquí en la tierra, en medio de la creación. Aquella humilde doncella a la que se le apareció el Ángel Gabriel; la que envuelve en pañales al Niño Jesús; y la doliente madre al pie de la cruz. Por eso la Virgen María nos resulta tan cercana y nos gusta tanto dirigirnos a ella: cuando le contamos nuestros problemas, nuestros sueños o nuestras alegrías, sabe muy bien de lo que le hablamos, comparte plenamente nuestros dolores y nuestros éxitos.

V     La coronación

La Madre de Dios coronada como Reina de cielos y tierra. La imaginamos imperando con su amor y belleza sobre de todo lo creado; regalando su ternura a toda la creación; acariciando con su suave sonrisa a todos los seres que Dios ha puesto bajo su reinado. El corazón de nuestra Madre del cielo late al acompasado ritmo de las estrellas. Un ritmo bello y armonioso, tierno y cálido. El amor que arde en su corazón inmaculado se extiende y se reparte por toda la creación, especialmente entre los más pequeños e indefensos. Porque ella, siendo nuestra Reina, es también la más cercana de las Madres. A la más humilde de sus servidoras Dios la ha erigido Reina de los ángeles y de los hombres.

N° 47- Misterios Gloriosos de Juan Taulero

23 octubre de 2016

Misterios Gloriosos del Santo Rosario
escritos por Fray Juan Taulero, monje dominico del siglo XIV
(Adaptación)


La Coronación de a Virgen por la Trinidad
Gregorio Vasquez de Arce y Ceballos (1638-1711)

I   La Resurrección
Todo lo que Jesús ha sido para nosotros sobre la tierra, Él lo ha llevado a la gloria del cielo. Estamos invitados a marchar sobre sus pasos, pero es Él quién marcha en nosotros: no somos nosotros quienes vivimos, sino es Cristo quien vive en nosotros y nos  abre los horizontes infinitos  del misterio trinitario.

II   La Ascensión
Ya que era necesario que Cristo sufriera  para entrar en su gloria, nosotros debemos seguir a nuestro amable maestro: que cada hombre tome su Cruz y le siga. El misterio de la Ascensión, que es la culminación de la Resurrección, nos lleva con el Señor al Reino del Padre. La fuerza de la Resurrección nos lleva y nos atrae. Así como el amor que Jesús tenía para el Padre le atraía sobre el camino de su Pasión, nosotros no podemos en encontrar a Cristo más que en los caminos que Él mismo ha tomado: pobreza, abyección, desprecio.

III  Pentecostés
En el  momento en que el hombre se vuelve hacia Dios,  enseguida el Espíritu Santo viene con todo su cortejo de dones, y colma  todos los rincones y el fondo del alma. E inversamente, en el instante mismo en el que el hombre se vuelve voluntariamente de Dios hacia las criaturas,  enseguida el Espíritu Santo se va con toda su riqueza y todo su tesoro. Cualesquiera que sea la cosa a la que el hombre se aplica, si no lo hace bajo el impulso de Dios, es a sí mismo al que busca.

IV   La Asunción de la Virgen
Si nuestra Señora se encuentra con su cuerpo en la gloria del cielo, es que desde su vida terrestre ella no se había apegado a ningún bien, espiritual o corporal, interior o exterior.
Estamos invitados nosotros también a no detenernos en los dones de Dios, sino a buscar sin cesar al Dador Mismo, nuestro único reposo. Dejemos todas las cosas disiparse con el fin de que no haya complacencia más que  en Él. Por esta profunda pobreza interior, participamos nosotros un poco de la pureza de María, de esa diligencia  por la cual ella no ponía ningún obstáculo a la gracia que la elevaba hasta Dios. La Asunción comienza, como la Resurrección, en nuestra vida cotidiana aquí abajo.


V   La Coronación de la Virgen
¿Qué es esta corona? ¿Qué es esta ilustre herencia? No es otra cosa que Nuestro Señor Jesucristo; Él es la ilustre herencia, ya que es  heredero de su Padre y nosotros somos sus coherederos.  ¡Ave, llena de gracia! ¡El Todopoderoso ha hecho grandes obras en Tí, Santo es su nombre! Él ha puesto sus ojos sobre la humildad de su sierva. Sobre nosotros también ha puesto sus ojos, y, si  le dejamos, El hará en nosotros también grandes cosas  para nuestra dicha y Su gloria.

N° 46- Del Jubileo de la Orden II

28 de agosto de 2016


LOS MISTERIOS DEL ROSARIO

PARA EL JUBILEO DE LA ORDEN DE PREDICADORES (II)

“El año jubilar será un año del Rosario...”
(Fr. Louis-Marie Ariño-Durand OP, Promotor General del Rosario)


MISTERIOS GOZOSOS


Marko Rupnik,sj: Anunciación



I  La Anunciación
"¡Oh María, templo de la Trinidad, portadora del fuego, distribuidora de la Misericordia, María, que has hecho germinar el fruto divino!... Tú eres el árbol nuevo que trajo la fragante flor de la Palabra, el Hijo único de Dios. En ti, tierra fecunda, fue sembrada la Palabra. Tú eres a la vez la tierra y el árbol. Oh María, bendita entre todas las mujeres, tú nos has dado el pan de tu harina: la divinidad ha sido unida y mezclada con la humanidad, con tanta fuerza que ahora nada, ni la muerte ni nuestras ingratitudes, podrán romper la unión". (Santa Catalina de Siena, 1347 - 1380)
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a hacer en todo la voluntad del Señor.


II  La Visitación
"Hablando de Isabel a María, el ángel Gabriel le sugirió la idea de una visita a esta pariente para asegurar a Isabel de su predilección, tal vez hablar con ella del destino de sus dos hijos. Iluminada desde arriba, movida por la caridad, se apresuró a salir para ir a felicitarla y ayudarla... Al entrar en la casa, María saludó a Isabel con la cordialidad de una pariente, la deferencia de una niña con una anciana, con una graciosa sonrisa indicaba que ella no ignoraba nada. Entonces, la criatura saltó de alegría en el vientre de Isabel, su madre también fue llena del Espíritu de Dios y plenamente esclarecida sobre la dignidad de la Madre del Mesías”. (Padre Marie-Joseph Lagrange, 1855-1938)
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a hacer de cada visita una Visitación.


III  La Natividad
"Durante el tiempo de Navidad, Jesús quiere una choza vil y pobre, quiere nuestro corazón purificado, pobre y vacío de afectos terrenales, lleno y adornado de virtudes, y quiere que imitemos únicamente a su Madre santísima, arca y templo de toda virtud, quiere que como el buey rumiemos las cosas celestes, y quiere que el potro de nuestro cuerpo sea humilde y sumiso a la razón. Que Él se digne descansar en el heno de nuestros deseos haciendo de él un heno suave y fragante en el que se complazca en tomar su descanso." (Santa Catalina de Ricci, 1522 - 1590
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos la belleza del silencio y la contemplación.


IV  La Presentación de Jesús
"¡Qué grande era la pobreza en que Jesucristo quiso nacer, ya que su madre el día de su purificación, ni siquiera tiene los medios para conseguir un cordero que pueda ofrecer. También eligió todas las otras cosas relacionadas con el estado de pobreza que quiso abrazar: vivió en una casa muy pobre, en una familia pobre, de una madre pobre; quiso ser presentado en el templo a su Padre como un pobre, y en honor a la pobreza en el curso de su vida, escogió discípulos pobres”. (Fray Luis de Granada, 1504 - 1588).
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a someter nuestras vidas al Señor como un sacrificio que le agrade.


V   El encuentro de Jesús en el Templo
"[En este episodio del encuentro de Jesús entre los doctores] San Lucas ha querido dar a entender cómo Jesús, a la edad de 12 años, tenía una clara conciencia de su origen divino, conciencia que los evangelistas no han atribuido a una revelación ni al progreso, y por lo tanto, debe referirse a esta visión inmediata, originaria, propia de su naturaleza, que hace penetrar a su inteligencia en la distinción del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo dentro de la inefable Trinidad." (Padre Marie-Joseph Lagrange, 1855-1938)
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a estar siempre cerca del Padre. 


MISTERIOS LUMINOSOS



Marko Rupnik,sj: Las Bodas de Caná


I  Bautismo
"El Bautismo inaugura la vida pública de Jesús, revela su naturaleza, su papel divino, todo su destino y la fuerza que lo conducirá. Los adversarios de la intervención personal de Dios no penetraron nunca en el significado más profundo; la historia evangélica será para ellos un libro cerrado. Ahora Jesús no es más que el carpintero de Galilea; el velo que le ocultaba a la multitud se levantará: y aparecerá lo que él es, el Cristo, el Hijo de Dios. Sin embargo, mantendrá en su grandeza divina, una naturaleza sometida al dolor y la muerte." (P. Enrique Luis Rémy Didon, 1840 - 1900)
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a ser fieles a las promesas de nuestro bautismo.


II  Las bodas de Caná
“En Caná el vino que los novios tenían reservado durante largo tiempo se acabó... Jesús estaba en la mesa acompañado de su madre. Previéndolo, compadecida, segura de que él compartía sus sentimientos, María le dijo simplemente: "No tienen vino". Es esta la más delicada de las plegarias, apenas una sugerencia, ni siquiera la expresión de un deseo... Jesús hizo entender a su madre que ni él ni ella debían intervenir en este asunto. Sin embargo, María interpretando sin duda la mirada más que las palabras, dijo a los sirvientes: "Haced lo que Él os diga."” (Padre Marie-Joseph Lagrange, 1855-1938)
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a estar siempre atentos a las necesidades de los que nos rodean.


III  La Proclamación del Reino
"Los hombres son fascinados por Cristo con un deseo vehemente y una gran devoción, después de escuchar sus palabras de vida eterna y ver sus maravillosos milagros. Muchos también mueren por su gloria, impulsados por la vehemencia de su amor; porque son dulces y eficaces las palabras de nuestro Salvador, y todos "se reunieron" para escucharle con gran placer. Sus palabras son dulces, atractivas y sumamente eficaces, están llenan de inspiración divina y del fuego del Espíritu Santo”. (Fr. Bartolomé de Las Casas, 1484 - 1566)
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a ser predicadores celosos del Evangelio.


IV  La Transfiguración
"Seis días después de la confesión de fe de Pedro, pasó una escena extraordinaria que no tiene paralelo en la vida de Jesús, si no es en la oración de Getsemaní como la antítesis; en los dos casos, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan para orar con ellos a solas; en ambos casos, los discípulos están paralizados por el sueño, en los dos casos Jesús recibe una visita de lo alto. Pero la transfiguración es una garantía cierta de la gloria de Jesús, la escena de Getsemaní le muestra hasta el punto donde se abaja más." (Padre Marie-Joseph Lagrange, 1855-1938)
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a contemplar a Cristo transfigurado.


V  La institución de la Eucaristía
"La divina Eucaristía es fuego consumidor, capaz de quemar los corazones más fríos. ¿Te sientes lleno de debilidades e imperfecciones? Ahí tienes el recurso a la sagrada comunión; es el pan de los fuertes, la leche de los débiles, el remedio de los enfermos, la energía del viajero que sube el camino de la perfección hasta la montaña de Dios. ¿Sientes demasiado apego a ti mismo y a las cosas de este mundo? La Eucaristía nos inspira un gran desprendimiento y un deseo cada vez mayor por la vida eterna”. (Bto. Jacinto-María Cormier, 1832-1916).
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a tener siempre hambre del Pan de la vida dado para la salvación del mundo.


MISTERIOS DOLOROSOS


Marko Rupnik,sj: Longinos traspasa el costado de Cristo



I   La agonía
"Un día, meditando el sudor de sangre de Jesucristo en el Huerto de los Olivos, Inés vio a nuestro Señor postrado en tierra, la cara contra el suelo, y vio salir de sus brazos, a lo largo de las venas de todo el cuerpo, una gota de sangre y otra de agua. "Creo que en el Huerto de los Olivos esto es lo que más le hizo sufrir, dijo ella, pues la sola vista de mis pecados le hizo salir la sangre de las venas. Es la repugnancia de mis pecados la que hizo salir la sangre, lo que demuestra que eran muy grandes". (Bta. Inés de Langeac, 1602 - 1634)
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a no abandonar nunca a los moribundos.


II   La flagelación
"¿Estás atribulado? Invita a todas las facultades de tu alma a venir y beber un pequeño sorbo de este cáliz en seguimiento de Jesús flagelado. Mantén la paz, en la sencillez del espíritu que evita toda reflexión vana sobre la causa de las tribulaciones, su duración, su remedio y en una humilde confianza. ¿Estás en la noche? Eres como un misionero perdido en medio del bosque, los animales salvajes pasan y rugen... Subido en un árbol te haces el muerto... Cuando llega el día los monstruos regresan a su guarida y el hombre de Dios continúa su camino para salvar almas”. (Bto. Jacinto-María Cormier, 1832 - 1916)
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a apoyar a todos los que sufren en el cuerpo.


III   La coronación de espinas
"Jesús fue despojado de sus vestidos. Porque se creía rey se le envuelve en una capa roja de un soldado, como un manto de púrpura; se trenza en forma de corona un manojo de espinas destinadas a ser quemadas en el fuego. En su mano una caña como cetro. Doblan la rodilla delante de él con carcajadas, los soldados le saludan como el Rey de los judíos y le golpean la cabeza con su bastón. Bofetadas y salivazos caracterizan su homenaje. Pero Jesús era el verdadero Rey de los judíos: necedad para los soldados romanos, escándalo y desprecio para los judíos!”. (Padre Marie-Joseph Lagrange, 1855-1938)
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a ayudar a los que sufren en su espíritu.


IV   Jesús cargado con la Cruz
"Jesús ha venido a la tierra para ser un perfecto ejemplo propuesto para nuestra imitación. Con este fin, comenzó tomando la cruz sobre sus hombros, pero quiso que Simón de Cirene la llevara detrás de él; de ahí también que no nos ha dicho en el Evangelio que caminemos delante de él, sino que le sigamos, llevando nuestra cruz. Quiso levantar el trofeo antes que nadie. Después, ha dejado su cruz a las almas perfectas, dispuestas a obedecer a la voluntad de su Padre." (Padre Luis Chardon, 1595 - 1651).
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a ser Simón de Cirene para aquellos que viven agobiados por el peso de la vida.


V   La crucifixión y muerte de Jesús
"Jesucristo, mi Señor crucificado, Hijo de la Bienaventurada Virgen María, abre tus ojos y mírame, como miraste desde lo alto de la cruz a tu querida madre, afligida por el dolor.
Jesucristo mi Señor crucificado, Hijo de la Bienaventurada Virgen María, abre tu boca y háblame, así como hablaste a San Juan cuando lo diste por hijo a la Virgen María.
Jesucristo, mi Señor crucificado, Hijo de la Bienaventurada Virgen María, abre tus brazos sagrados y abrázame, así como los abriste sobre el árbol de la Cruz para abrazar al género humano." (San Pío V, 1504 - 1572)
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos, siguiendo el ejemplo de Nuestro Padre Santo Domingo, a descubrir el camino de la vida en el libro de la Cruz. 



MISTERIOS GLORIOSOS

Imagen relacionada
Marko Rupnik,sj: Pentecostés



I   La Resurrección
No hay nada que buscar, María: Has encontrado al que no perderás ya nunca. No le verás más en la cruz en las manos de la muerte. No irás más a su tumba para embalsamarlo con los perfumes de la caridad. No pedirás a nadie más que a él ni en la tierra ni en el cielo; porque él es tu alma y tu alma es él. Separada por un tiempo, has alcanzado el lugar donde no hay nada ya que impida la unión y la unidad. (Padre Enrique Lacordaire, 1802 - 1861).
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a dar gracias por esta nueva vida que se nos da a través de la resurrección de Cristo.

II   La Ascensión
Él, el Poderoso de los poderosos, sometió al demonio cautivo, y ascendió al cielo con su fuerza. Allí, en el resplandor, en la sublimidad de su gloria, él disfruta con el Padre de todos los bienes celestiales. Rey de la vida eterna, nos hizo sus coherederos, sus copartícipes en la contemplación que satisface todos los deseos de los ángeles; él es de tal belleza que todas las criaturas no pueden dejar de admirar; sus palabras tienen un encanto incomparable. Él será nuestra recompensa. (Bta. Colomba de Rieti, 1467-1501).
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a desear siempre el Cielo. 

III    Pentecostés
El Espíritu Santo  nos ha sido dado. Él descendió sobre los apóstoles. Se ha dado en abundancia, con exceso. Ha inundado a todos interna y externamente de su gracia. (Juan Tauler, 1300-1361)
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a ser dóciles al soplo del Espíritu.

IV    La Asunción
Esta reina celestial y gloriosa que, antes en el mundo, no parecía ser más que un poco de tierra, hoy se eleva por encima de todos los mundos, así como enseña la Iglesia entre nosotros. El que la estableció Reina de los Serafines y que fue llevado en su vientre con una verdadera carne humana, desciende a través de las regiones del cielo para honrarla y darle la corona. ¡Qué triunfo en las profundidades del cielo, entre los bienaventurados espíritus, con motivo de su asunción maravillosa! (Fr. Jerónimo Savonarola, 1452 -1498)
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a ir siempre a Cristo a través de ti. Ad Jesum per Mariam.

V    La coronación de María
Mira la dulce Reina del Rey celestial, tan querida para tu corazón, que se inclina con ternura en su Amado, rodeada de rosas en flor y de lirios de los valles. Mira su exquisita belleza que llena de alegría a todo el ejército celestial. ¡Ah! Ahora te dirige una mirada que hará las delicias de tu corazón y de tu mente! Mira la Madre de la Misericordia, que poco a poco volvió sus ojos, sus ojos suaves y misericordiosos hacia ti y hacia todos los pecadores, para protegeros con su poder y reconciliaros con su hijo amado. (Bto. Enrique Susón, 1295-1366).
Nuestra Señora del Rosario, enséñanos a amar más y mejor, que seamos dignos hijos de nuestro Padre Santo Domingo.

N° 35- Misterios de Luz

15 de agosto de 2013
MISTERIOS DE LUZ

bautismo señor

Marko Rupnik,sj: Bautismo de Cristo



I   El Bautismo del Señor

Entrando en el río Jordán, Jesús, sin pecado, hace visible su solidaridad con los que reconocen sus propios pecados, eligen arrepentirse y cambian de vida; hace comprensible que formar parte del pueblo de Dios quiere decir entrar en una óptica de novedad de vida según Dios. En este gesto, Jesús anticipa la cruz, toma el lugar de los pecadores, asume sobre sus hombros el peso de la culpa de la humanidad entera, cumpliendo la voluntad del Padre.
(Benedicto XVI, catequesis del 30 de noviembre de 2011)



II   Las bodas de Caná

En Caná, la Virgen muestra una vez más su total disponibilidad a Dios. Ella que, en la Anunciación, creyendo en Jesús antes de verlo, había contribuido al prodigio de la concepción virginal, aquí, confiando en el poder de Jesús aún sin revelar, provoca su "primer signo": la prodigiosa transformación del agua en vino.
De ese modo, María precede en la fe a los discípulos,  que creerán después del milagro.
La exhortación de María: "Haced lo que él os diga” invita a una confianza sin vacilaciones.
 (Juan PabIo II, audiencia general del miércoles 26 de febrero de 1997)





III    El anuncio del Reino invitando a la conversión

El inicio de la misión de Jesús marcó también su separación de la Madre, la cual no siempre siguió al Hijo durante su peregrinación por los caminos de Palestina. La separación no significaba lejanía del corazón, ni impedía a la Madre seguir espiritualmente a su Hijo, conservando y meditando su enseñanza. María comparte el itinerario de su Hijo y, cada vez más unida a él en la fe, en la esperanza y en el amor, coopera en la salvación. La Virgen se convierte así en modelo para quienes acogen la palabra de Cristo: nos enseña a ponernos con confianza a la escucha del Salvador, para descubrir en él la Palabra divina que transforma y renueva nuestra vida.
(Juan PabIo II, audiencia general del miércoles 12 de marzo de 1997)



IV    La Transfiguración

La Transfiguración del Señor nos invita a dirigir la mirada "a las alturas", al cielo. En la narración evangélica de la Transfiguración en el monte, se nos da un signo premonitorio, que nos permite vislumbrar de modo fugaz el reino de los santos, donde también nosotros, al final de nuestra existencia terrena, podremos ser partícipes de la gloria de Cristo, que será completa, total y definitiva. Entonces todo el universo quedará transfigurado y se cumplirá finalmente el designio divino de la salvación. La Virgen, que participó en el misterio de Cristo más que ninguna otra criatura, nos sostenga en nuestro camino de fe.
 (Benedicto XVI, Angelus del 5 de agosto de 2007) 




V    La institución de la Eucaristía

Pongámonos a la escucha de María Santísima, en quien el Misterio eucarístico se muestra, más que en ningún otro, como misterio de luz. Mirándola a ella conocemos la fuerza trasformadora que tiene la Eucaristía. En ella vemos el mundo renovado por el amor. Al contemplarla Asunta al Cielo en alma y cuerpo, vemos un resquicio del « cielo nuevo » y de la « tierra nueva » que se abrirán ante nuestros ojos con la segunda venida de Cristo. La Eucaristía es ya aquí, en la tierra, su prenda y, en cierto modo, su anticipación: ¡Ven, Señor Jesús!

(Juan PabIo II, Ecclesia de Eucharistia)