Boletín del
Rosario Nº
37 – 27 de
abril de 2014
Meditando los Misterios Gloriosos con San Juan XXIII
en el día de su canonización
I LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR
Es el misterio de la muerte dominada y
vencida; desde la muerte a los esplendores de la victoria y de la gloria. Nos
enseña el más grande triunfo de Cristo; y a la vez contiene la seguridad del
triunfo de la Santa Iglesia Católica más allá de las adversidades y de las
persecuciones de la historia del pasado y las del futuro: Cristo vence, reina,
impera. (Carta Apostólica "Il
Religioso Convegno”)
II LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO
En este cuadro contemplamos la
consumación de las promesas de Jesús. Es su respuesta a nuestro anhelo del
cielo. La enseñanza de esta decena es una exhortación a no dejarse distraer por
aquello que apesadumbra, sino a abandonarse a la voluntad del Señor, que nos
conduce a lo alto. (Carta Apostólica "Il Religioso Convegno”)
III LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
Con la venida y efusión del Espíritu
Santo, la herencia de Cristo, todavía trepidante y ansiosa, recibe el sello de
la catolicidad que la dilata a todos los confines. El Espíritu Santo continúa
sus efusiones sobre la Iglesia todos los días; los siglos y los pueblos le
pertenecen. Sus triunfos no están siempre a la vista, pero de hecho, están
llenos de sorpresas y de maravillas. (Carta
Apostólica "Il Religioso Convegno”)
IV LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO
El misterio de la Asunción nos
familiariza con el pensamiento de nuestra muerte, en una luz de plácido
abandono en el Señor, que queremos que esté cerca en nuestra agonía para
recoger entre sus manos nuestra alma inmortal. (Carta Apostólica "Il Religioso Convegno”)
V LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO REINA DE
TODOS LOS COROS DE LOS ANGELES Y DE LOS SANTOS
(…) El esplendor de los cielos. Oh, qué
delicia; oh, qué gloria. Somos conciudadanos de los santos. La intención en
este misterio es orar por la perseverancia final y por la paz sobre la tierra,
que abre las puertas de la eternidad bienaventurada. (Carta Apostólica "Il Religioso Convegno”)
Meditando los Misterios Gloriosos con San Juan Pablo
II
en el día de su canonización
I LA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR
En Cristo resucitado resurge el mundo
entero y se inauguran los cielos nuevos y la tierra nueva que llegarán a
cumplimiento a su vuelta gloriosa, cuando “la muerte no existirá más, ni habrá
duelo, ni gritos, ni trabajo, porque todo esto es ya pasado” ( Angelus del 6 de noviembre de 1983).
II LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO
Al subir Cristo al cielo, no se eclipsa
de la tierra, sino que se oculta en el rostro de cada hombre, especialmente de
los más desgraciados: los pobres, los enfermos, los marginados, los
perseguidos. (Angelus del 6 de noviembre
de 1983).
III LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
Al infundir el Espíritu Santo en
Pentecostés, dio a los discípulos la fuerza de amar y difundir la verdad, pidió
comunión en la construcción de un mundo digno del hombre redimido y concedió
capacidad de santificar todas las cosas con la obediencia a la voluntad del
Padre celestial. De este modo encendió de nuevo el gozo de donar en el ánimo de
quien da, y la certeza de ser amado en el corazón del desgraciado. (Angelus del 6 de noviembre de 1983).
IV LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO
Cristo glorificó a María no sólo por ser
inmaculada y arca de la presencia divina, sino también por honrar a su Madre
como Hijo. No se rompen en el cielo los vínculos santos de la tierra; por el contrario,
en los cuidados de la Virgen Madre elevada para ser abogada y protectora
nuestra y tipo de la Iglesia victoriosa, descubrimos también el modelo
inspirador del amor solícito de nuestros queridos difuntos hacia nosotros, amor
que la muerte no destruye, sino que acrecienta a la luz de Dios. (Angelus del 6 de noviembre de 1983).
V LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO REINA DE
TODO LO CREADO
Finalmente, en la visión de María
ensalzada por todas las criaturas, celebramos el misterio escatológico de una
humanidad rehecha en Cristo en unidad perfecta, sin divisiones ya, ni otra rivalidad que no sea la de
aventajarse en amor uno a otro. Porque Dios es Amor. (Angelus del 6 de noviembre de 1983).